argentina
Jueves 6 de mayo de 2004
El presidente Luiz Inacio Lula da Silva ordenó ayer el emplazamiento de miles de soldados federales en las calles de Río de Janeiro en medio de la creciente violencia provocada por las pandillas de narcotraficantes, dijo una vocera del Ministerio de Defensa.
La presencia de militares en las calles de la ciudad más emblemática de Brasil había sido solicitada por las autoridades regionales, que se han visto desbordadas por el aumento de la violencia, y estaba siendo analizada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Aclaró igualmente que los militares enviados, cuyo número aún no ha sido determinado, serán profesionales con entrenamiento para actuar en conflictos urbanos y en ningún caso reclutas.
Viegas afirmó que dicha condición ya fue aceptada por la gobernadora y por su secretario de Seguridad Pública y marido, el ex candidato presidencial Anthony Garotinho, con quien vienen siendo negociadas todas las condiciones de la intervención militar.
Pese a la petición de la gobernadora de Río de Janeiro, Rosinha Garotinho, de que los militares actúen bajo su mando, el ministro aclaró que “en toda o cualquier operación conjunta del Ejército y la Policía, el Ejército tendrá el control operacional”.
Inicialmente la gobernadora pidió el envío de 4 mil soldados para reforzar la seguridad en las regiones más violentas.
El comandante del Ejército, general Francisco Roberto de Albuquerque, dijo el pasado domingo que cerca de 1.500 soldados de un batallón especialmente entrenado para acciones urbanas están listos para actuar en Río de Janeiro cuando el Gobierno lo ordene.
El mandatario brasileño deja en vía muerta
la desmilitarización de los controladores
JUAN ARIAS
el país / Río de Janeiro
4 ABR 2007
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha dado marcha atrás en sólo 48 horas y ha vuelto a colocar en manos del Ejército el espinoso problema de los controladores de vuelo, que el viernes pasado realizaron una huelga de hambre y de celo que paralizó 80% de los aeropuertos del país. El presidente ha aparcado su promesa de desmilitarizar el sector y ha dado vía libre a la fiscalía militar para que procese a los cabecillas de la huelga.
En el primer momento de la huelga de controladores, el 90% de los cuales son militares, Lula impidió que 18 de ellos, considerados los cabecillas del motín, fueran encarcelados. El presidente justificó su decisión por el hecho de que no había con quién reemplazarlos y el país podía caer en un caos generalizado.La Fuerza Aérea se sintió desautorizada, al igual que el resto del ejército, que considera grave no poder castigar un acto de desobediencia militar.
Lula ya había anunciado un encuentro con los representantes sindicales de los controladores de vuelo, así como la firma de un decreto ley para desmilitarizar el sector. Ante el plante de los militares, en lugar de recibir a los huelguistas, Lula se reunió con los representantes de las tres fuerzas del Ejército y, tras escucharles, dio marcha atrás, aplazó sine die el decreto ley, dio vía libre a la Fiscalía General Militar para que pueda procesar y encarcelar a los huelguistas ?pueden llegar a ser expulsados del Ejército? y dejó todo de nuevo en manos de la Fuerza Aérea, que salió victoriosa del lance.
Miedo a los militares
El presidente confesó ayer a uno de sus asesores que estaba pasando la peor crisis de su Gobierno después de los escándalos de corrupción de 2005, que casi le costaron el cargo. Se había llegado a decir que Lula, imponiendo su afinidad sindicalista a los militares, había roto por primera vez el tabú del miedo a los militares en Brasil. Puede que el presidente lo creyese así en ese momento, pero la reacción de los militares fue tan fuerte que consideró más prudente volver atrás.
Por Natalia Viana
9 de enero de 2019
SÃO PAULO — Cuando fue elegido, Jair Bolsonaro representaba claramente un cambio de rumbo en el país. Muchos electores lo votaron para dar un freno a la corrupción, pero no todos apostaban por un régimen de ultraderecha. Estaban equivocados.
El excapitán del Ejército nunca escondió su vertiente política radical, algo que ya se anunciaba desde la frase-símbolo cuidadosamente elegida para su campaña a la presidencia. Su lema “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos”, que conquistó el corazón de 57,8 millones de brasileños, es testimonio de las principales fuerzas políticas que Bolsonaro abrazó para llegar al gobierno.
La primera parte de su lema tiene origen en uno de los grupos más radicales de los paracaidistas del Ejército, el Centella Nativista, que en 1969 llegó a planear una intervención armada y a tomar una radio para presionar al gobierno a no negociar con guerrilleros que habían secuestrado a un embajador estadounidense. Más tarde, la frase “Brasil por encima de todos” fue adoptada por la tropa paracaidista como grito oficial.
Jair Bolsonaro es el primer militar en sentarse en la silla del presidente de la república desde João Figueiredo, cuyo mandato marcó el fin negociado de 21 años de dictadura en Brasil. A lo largo de su carrera de 27 años como diputado federal, siempre lucró políticamente con su origen militar, forjado desde que era adolescente, cuando asistió al asedio de las fuerzas armadas al líder comunista Carlos Lamarca, que entrenaba a guerrilleros en el interior de Sao Paulo, en 1970.
El joven Bolsonaro se enamoró entonces de la fuerza exhibida por la dictadura: fue una megaoperación con 2900 hombres que llegó a arrojar bombas de Napalm sobre el área para cazar a nueve guerrilleros. Allí decidió ser militar, pero no cualquier militar.
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18 de marzo de 2019
[resumen] Justo antes que se cumpliera un año del asesinato de Mirelle Franco, la justicia brasileña anunció la detención de los autores materiales de este crimen de odio. Se trata de dos ex policías de la misma ciudad de Rio de Janeiro donde Mirelle era representante popular y activista de diversas causas como el feminismo, Afrodescendientes, diversidad sexual, marginados de la favelas, además de militante del izquierdista Partido del Socialismo y la Libertad (PSOL).
Las sospechas apuntan a que son sólo los autores materiales de un crimen planificado, con indudables intenciones y objetivos políticos. Tanto el ejecutor, Ronnie Lessa, quien disparó 13 veces contra el vehículo donde se encontraba Mirelle Franco y su chofer Anderson Gomes, como su cómplice Élcio Vieira de Queiroz, quien conducía el auto desde donde se efectuaron los tiros, guardan algún tipo de relación con la familia del actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Según Fiscalía, ambos policías formaban parte de la denominada “Oficina del Crimen”, grupo de sicarios vinculado a una milicia paramilitar del barrio Rio das Pedras de Rio, organización que habría planificado el homicidio durante al menos 3 semanas.
Ronnie Lessa vivía en el condominio “Vivendas da Barra”, en el barrio Barra da Tijuca de Rio, donde Jair Bolsonaro tiene una casa en donde vive su hijo Carlos Bolsonaro, además del chófer personal y testaferro de Flávio Bolsonaro, Fabrício de Queiroz, y otros asesores del primogénito del presidente.
Otro antecedence es que uno de los hijos de Jair Bolsonaro, Jair Renán, fue novio de la hija de Ronni Lessa.
Por su parte Élcio Queiroz, chofer del auto del que salieron los disparos que acabaron con la vida de Marielle y Anderson, lucía en su cuenta de Facebook una foto con Bolsonaro.
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