francisco toledo + 200





Angélica Enciso

 La Jornada
Jueves 27 de junio de 2019



Para establecer la prohibición del cultivo de organismos genéticamente modificados (OGMs) en el país y profundizar en medidas de bioseguridad, decenas de personas y organizaciones pidieron al presidente Andrés Manuel López Obrador emita un decreto, ya que es prioritario proteger los bienes comunes, las semillas y la diversidad biocultural.
Esto indicaron en una carta Miguel Concha Malo, el pintor Francisco Toledo, los chefs Enrique Olvera y Mónica Patiño, campesinos y académicos, quienes reconocieron el planteamiento del mandatario de que no se permitirá el uso de transgénicos.
Expusieron que con un decreto se pueden establecer las condiciones de una política integral de bioseguridad en México, que incluya legislación y acciones de gobierno que aseguren los derechos y la preservación de la integridad de México como centro de origen del maíz y de otras especies fundamentales para la alimentación mundial, humana y animal.
En la misiva dirigida al mandatario destacaron que la petición se deriva de más de 20 años de lucha contra la introducción de los OGMs, sobre todo en el maíz, alimento básico de los mexicanos. Con la demanda colectiva se logró la suspensión judicial de los permisos para la liberación de maíces transgénicos en todo el país, mediante una medida precautoria otorgada por un juez federal en 2013.
Recordaron que también hay una lucha judicial contra la siembra de soya transgénica por la grave afectación a las abejas y familias que realizan la producción de miel en el sureste del país. Y hay rechazo a la siembra de algodón genéticamente modificado, por ser México país de origen de alguna de las especies más utilizadas en el mundo, en cuyas poblaciones silvestres ya hay transgenes, por lo cual están en riesgo la conservación de su diversidad y la de las razas nativas.
Precisaron que el decreto que se solicita se basa en la evidencia acumulada en el mundo sobre esta tecnología y se funda en los principios de precaución y participación ciudadana que facultan al Estado a ejercer medidas legales de protección contra las amenazas de daño grave o irreversible por el uso de tecnologías.
Refirieron que el dictamen deberá considerar la señalización en las tiendas y almacenes Diconsa que el maíz a la venta es sólo para consumo y no para siembra; la moratoria a las importaciones de maíz procedente de Estados Unidos y otros países donde ese cultivo predomina; hacer monitoreo de transgénicos de manera sistemática en todo el país; fomentar la investigación en materia de bioseguridad; evaluación de impacto de los OGM en la salud, y revisar el reglamento interno de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Pidieron a los legisladores una reforma integral de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados –también conocida como Ley Monsanto– para proteger las especies de las que México es centro de origen y mantener un órgano en la materia que sea fortalecido con esta legislación.

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antecedentes

Dos nombramientos de AMLO ponen en
duda la política sobre uso de transgénicos



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En su mensaje de toma de protesta, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que en México no se permitirá el uso de transgénicos, pero dos de sus principales nombramientos han generado que organizaciones como Greenpeace duden del cumplimiento de esta política.
“Vemos con mucha desconfianza que el propio coordinador de asesores, que es Alfonso Romo, y el secretario de Agricultura (Víctor Villalobos), que viene de una trayectoria amplia de promoción de transgénicos, tengan realmente la voluntad de cambiar y descartar ese tipo de tecnologías”, explicó María Colín, asesora jurídica de Greenpeace.
“Hay algo que nos enlaza y nos estimula, en el sentido que se van a prohibir los transgénicos, lo que viene ahora son resolver preguntas sobre cómo, qué mecanismos, si se va a prohibir todo o solamente el maíz”, dijo Colín.
Ambos funcionarios se han visto ligados con la promoción de transgénicos. Romo fue dueño de Seminis, empresa pionera en semillas transgénicas, que fue vendida por mil 400 millones de dólares a Monsanto.
En tanto, Villalobos fue secretario ejecutivo de la CIBIOGEM, órgano que establece las políticas para el uso seguro de los organismos genéticamente modificados y fue uno de los promotores en 2004 de la Ley Bioseguridad, conocida como Ley Monsanto.
“Son de estas grandes contradicciones que tenemos al interior”, opinó Adelita San Vicente, directora de la Fundación Semillas de Vida, asociación civil dedicada a la conservación de las razas de maíz mexicano.
contrapesos
Esta administración también contará con funcionarios que han hablado abiertamente en contra del uso de transgénicos: María Elena Álvarez-Buylla, titular de Conacyt y Víctor Suárez, nombrado como subsecretario de autosuficiencia alimentaria.
“Tenemos a la doctora Álvarez-Buylla, que ha sido un elemento importante en la lucha que hemos dado contra los transgénicos, porque nos ha dado los elementos científicos”, destacó San Vicente.
niegan uso de transgénicos
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) negó el futuro uso de semillas transgénicas durante el actual sexenio.
Entre sus planes, la dependencia a cargo de Villalobos está la promoción de la conservación y uso de las diferentes razas de maíz mexicano, explicó el organismo.
"En este sexenio se utilizarán tecnologías convencionales que mejorarán la productividad y la sustentabilidad del campo mexicano", aseguró la dependencia vía escrita.
"El tema de los transgénicos ha polarizado a sectores sociales, debido a que, por un lado, se piensa que van a ser la solución a la seguridad alimentaria de la humanidad y, por otro, se penalizan porque se asocian con impacto negativo en la salud humana o en el medio ambiente”, dijo Villalobos recientemente.



El caso de Odebrecht, la corporación brasileña que sobornó a innumerables gobiernos latinoamericanos, incluyendo al de México, es sólo uno más de los muchos que existen en el mundo por medio de los cuales el capital infiltra, doblega y controla al Estado.
Vivimos la era ya no solamente de los espías políticos sino de los agentes que las gigantescas corporaciones contratan para servir a sus intereses, ubicándolos en puestos gubernamentales claves. Es lo que se ha llamado el «stateless global governance» (gobernanza global sin Estado) (J. Ziegler, Los Nuevos Amos del Mundo, 2013).
Dos ejemplos ilustrativos son el de las compañías farmacéuticas y el de las agroalimentarias. Las primeras han infiltrado ministerios de Salud, revistas científicas de medicina y por supuesto a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las segundas colocan agentes en puestos claves de los ministerios de Agricultura y en la red mundial de centros de investigación agrícola y naturalmente en la FAO.
Es este el caso de las cinco hermanas que dominan el monopolio agroalimentario del planeta: Monsanto, Bayer, Syngenta, Pioneer y Dow Agroscience.
El pasado 14 de diciembre pasará a la historia como uno de los días de mayor gloria para las corporaciones, pues lograron un triunfo espectacular: consiguieron colocar a su principal agente latinoamericano como futuro secretario de Agricultura de un «gobierno de izquierda» en México.
Se trata del agrónomo Víctor Manuel Villalobos, quien ha realizado desde hace 20 años una espectacular carrera en favor de los intereses corporativos, el modelo de agricultura impulsado desde los Estados Unidos, el traslado de enormes cantidades de fondos de la Sagarpa a los organismos internacionales y el permanente sabotaje a toda iniciativa que atente contra los agronegocios.
Su meteórica trayectoria como agente de las corporaciones agroalimentarias y biotecnológicas y persistente opositor a las demandas campesinas, indígenas y ambientalistas es internacionalmente conocida.
Iniciado como biotecnólogo en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del IPN (1995-97), donde dio lugar a uno de los dos principales centros de estudios sobre alimentos transgénicos, saltó sorpresivamente a subsecretario de la Semarnap (1997-99) impuesto por el entonces presidente E. Zedillo a la que fuera titular de esa dependencia. De ahí logró con V. Fox ubicarse como subsecretario y luego coordinador de asuntos internacionales de la Sagarpa (2002-2009).
Fue en este último puesto desde donde se convirtió de manera explícita en un agente de los intereses corporativos a escala nacional e internacional. En México fue promotor de la primera versión de la Ley de Bioseguridad (conocida como ley Monsanto) que buscaba facilitar que las empresas biotecnológicas obtuvieran los permisos de siembra de maíz transgénico, impulsó la iniciativa de Ley de Recursos Fitogenéticos, encaminada a facilitar la biopiratería de semillas, y defendió a ultranza la Ley de Agrocombustibles.
Sin embargo sus mayores éxitos fueron a escala internacional pues logró desactivar acuerdos internacionales en las reuniones del Protocolo de Cartagena en Kuala Lumpur, Malasia (2004) y en Curitiba, Brasil (2006). Por ejemplo boicoteó el hacer obligatorio el etiquetado de los organismos genéticamente modificados o votando conjuntamente con los países protransgénicos en nombre de México.
Su rol de esquirol lo llevó a ser nombrado desde 2010 director general del Instituto de Investigaciones en Ciencias Agrícolas (IICA) con sede en Costa Rica, que es el brazo agropecuario de la Organización de Estados Americanos (OEA) y punta de lanza del «agribusiness» en Latinoamérica. Desde ese puesto ha estado impulsando el Plan 2003-2015 de Las Américas para el desarrollo de la industria biotecnológica en la región, además de apoyar e instrumentar la Iniciativa Biotecnológica de Norteamérica (Nabi por sus siglas en inglés). (ver).
¿Porqué razón Andrés Manuel López Obrador designó a este cipayo de las trasnacionales?
¿Cómo puede un personaje tan siniestro encabezar una secretaría que busca la recuperación de la agricultura campesina, la defensa del maíz, el rescate de la tradición agrícola mesoamericana, la multiplicación de los proyectos agroecológicos exitosos cada vez más numerosos, y una política para el campo dirigida a lograr la soberanía alimentaria?
Las preguntas no tienen respuestas, sino más preguntas. Todo indica que este nombramiento en realidad proviene de una intervención mayor, de un «Caballo de Troya» superior: Alfonso Romo, el controvertido y poderoso empresario del Grupo Monterrey y cabeza del Grupo Pulsar designado también por AMLO como su jefe de estrategia y coordinador del Proyecto Alternativo de Nación 2018.

Ello convierte a Morena en un partido que posee una piel de oveja con un cerebro de lobo, en el que las decisiones centrales son dictadas por un connotado miembro de la «mafia en el poder» que como es lógico posee una visión neoliberal, tecnocrática y clasista de la realidad del país (ver entrevista en Forbes)
A pocas horas del inexplicable nombramiento se multiplica la indignación y el desaliento entre amplios sectores de militantes y simpatizantes de Morena, desde organizaciones campesinas, cooperativas indígenas y estudiosos del campo mexicano hasta movimientos de resistencia y defensa del territorio y organizaciones ambientalistas y de la sociedad civil. En los próximos días veremos textos, manifiestos y demandas públicas para que Morena rectifique está decisión descabellada, a riesgo de perder millones del llamado «voto verde» (campesino, indígena y ambiental).
La situación es preocupante, porque la incongruencia no se limita a la secretaría de Agricultura. Lo mismo ha sucedido con la Semarat y con la SEP, cuyos nombramientos no resisten la mínima crítica. Qué curioso que justo esto sucede con los tres sectores que hoy por hoy conforman los mayores bastiones de resistencia al proyecto neoliberal que ha llevado a la ruina a México: los campesinos y pueblos indígenas, los ambientalistas y los maestros democráticos.





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