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Asesinan a defensor rarámuri en Chihuahua
en dos años mataron a 5 de sus familiares






Durante la noche de este miércoles, Julián Carrillo, defensor rarámuri de tierra y territorio del municipio Coloradas de la Virgen, Chihuahua, fue asesinado por un grupo de hombres armados.

En entrevista para Animal Político, Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, detalla que “Julián era un defensor indígena rarámuri y líder de la comunidad Coloradas de La Vigen, que desde 2007 luchaba contra la explotación de recursos naturales en los territorios ancestrales de la zona”.

Agrega que hasta el momento saben muy poco sobre cómo ocurrió el asesinato. “La información que nos han brindado sobre el crimen es que fue perseguido y asesinado por agresores no identificados  la noche de este miércoles”.

Julián vivía en la Sierra Tarahumara, una zona con escasa seguridad y sin servicios básicos, que en los últimos años ha sido ocupada por grupos del crimen organizado que aprovechan la tierra para la siembra de amapola y cannabis. 

En varias ocasiones Julián se reunió con personal de Amnistía Internacional y platicó que de un tiempo a la fecha algunos terratenientes se habían apropiado, de manera fraudulenta, de las tierras pertencientes a los rarámuris para entregarlas al crimen organizado.
Tras esto, los afectados interpusieron “reclamos agrarios” ante las autoridades para recuperar sus títulos de propiedades pero a cambio solo recibieron amenazas de los terratenientes, o algunos fueron asesinados como en el caso de Julián.
Amnistía Internacional calcula que en los últimos dos años han sucedido, por lo menos 9 asesinatos, incluidos el de Julián y sus familiares, relacionados con los reclamos por los despojos de tierra. Pero no todas las familias han denunciado por temor a represalias.
Vivía amenazado y 5 de sus familiares también fueron asesinados
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El 5 de febrero de 2016 su hijo, Víctor Carrillo, fue asesinado; el 1 de julio de 2016 ocurrió lo mismo con su sobrino, Guadalupe Carrillo Polanco; el 1 de julio de 2017 mataron a Alberto Quiñones Carrillo, otro de sus sobrinos, y el 1 de julio de 2018 fue asesinado su yerno, Francisco Chaparro Carrillo.


“Condenamos el asesinato de Julián y exigimos a las autoridades una investigación inmediata, exhaustiva e imparcial para esclarecer los hechos e identificar y castigar a los autores materiales e intelectuales. De no ser así, las autoridades mexicanas estarían alentando otros ataques a personas defensoras”, declaró Tania Reneaum Panszi, directora Ejecutiva de Amnistía Internacional en México.



Juan Luis Sariego (+) analizó el fracaso del indigenismo oficial en la sierra Tarahumara, cuya vertiente central está vigente, esto es la definición de programas sin la participación de los pueblos indígenas y en el caso rarámuri el enfoque oficial prevaleciente resulta más acorde, ideológicamente, con la Ley para el Mejoramiento de la Raza Tarahumara de 1906. Dicha ley se propuso excitar a la filantropía para reunir ropa y objetos del agrado de los indios y así despertar sentimientos de cariño hacia la raza blanca, entre otras disposiciones similares.

Hoy tenemos que el gobierno del estado, a través de la Comisión Estatal de los Pueblos Indígenas y la Comisión Estatal de Seguridad, inició la colecta de útiles escolares para estudiantes indígenas en Ciudad Juárez como parte, señalan, de las actividades del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que se conmemora cada 9 de agosto. El llamado a la filantropía ciudadana de mochilas es el eje de una campaña oficial que va en su tercer año de kórima (que implica pedir y recibir).

Justamente la marcha por trabajo de cerca de 250 rarámuris de los municipios de Bocoyna, Guachochi, Urique (cuya foto y nota colocó La Jornada en primera plana, como ningún diario nacional lo ha hecho (17/7/19), se deslinda de la tradicional despensa y cobijas con las que desde el gobierno históricamente han pretendido paliar la dramática situación que viven los rarámuris, agravada por la economía del narcotráfico y su secuela de violencia y desplazamientos forzosos.


Isidro Rodríguez encabezó la marcha junto al gobernador rarámuri, Miguel Reyes Névarez, y señalaron: nosotros pedimos trabajo, ya no queremos kórima, es decir cosas regaladas ni donaciones… queremos un programa para indígenas, no de despensas, ni dinero, que dé empleos. La exigencia en la marcha se basa en la falta de trabajo en las comunidades de la sierra y que se les incorpore en los programas como Sembrando Vida, ya que no se reciben programas del municipio, del estado ni de la Federación.
Necesitan condiciones mínimas para cuidar la tierra y los bosques en un contexto de graves carencias , amenazas y acosos. El delegado federal Juan Carlos Loera fue al encuentro, se reunió con ellos, y tras ofrecer la inclusión en otros programas, se acordó suspenderla y concretar los compromisos en unos días, con una comisión de rarámuris. Al respecto, uno de los promotores de la movilización, señaló: repartieron miles y miles de billetes de palabra, pero no sabemos si de aquí a allá se cumpla.
Estamos ante la punta del iceberg que debería obligar a un replanteamiento de la política hacia los pueblos indígenas. Los programas que se han ofrecido, se definieron desde el centro, más específico aún, los decidió el Presidente y hay que insistir, se dirigen a algunos, no a todos los que aparecen en unos censos, no a sus comunidades. Ello tiene implicaciones de fondo.
Por ejemplo, AMLO visitó el pasado 15 de junio Ciudad Cuauhtémoc y sus funcionarios le organizaron la recepción con jóvenes rarámuris vestidas todas igual, cual edecanes, y su discurso fue similar al que pronuncia en todo el país; ese día enfatizó el cuestionamiento hacia la xenofobia contra los migrantes, cuya preocupación le pareció pertinente expresar.
Por ahí pasó alguien que dijo tenemos hambre como un intento de colocar su situación, sin que en ese momento pusiera atención al señalamiento. En otro extremo está la necesidad de colocar la mirada en las opciones de los rarámuris. Ya es importante que ese núcleo movilizado rechazara el círculo vicioso del horizonte del kórima, que se negaran a dar entrada a políticos profesionales para que lucren con sus demandas, que estén muy claros de que es el gobierno federal el que tiene la obligación de apoyar a sus pueblos, más allá de becas individuales.
Existe el riesgo de que se incluya en programas sólo a los participantes en la marcha y con ello se simule que se está atendiendo a todo el pueblo rarámuri.




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