1883 lafargue
























...pero lo que quizás no sabía Lafargue, nacido en Santiago de Cuba en 1842 del romance de un hacendado francés y una mestiza cubana, era que al tocar en aquella casa de Dean Street se abrirían ante él las puertas de un nuevo destino.

"Es posible imaginar la impresión que causó en Marx ver llegar a su casa a ese joven apuesto, de piel morena, con acento y formas del trópico", le cuenta a BBC Mundo Leslie Derfler, profesor emérito de historia de la Universidad de Columbia.

"No sabemos lo que pasó aquel día, pero sí lo que vino después: el joven se volvió discípulo de Marx, uno de los principales difusores de sus ideas y también, su yerno", añade Derfler, autor de la biografía Paul Lafargue y la fundación del socialismo francés.

Paul y Laura se casaron en 1868 y el cubano fue, desde entonces, no solo el primer latinoamericano en seguir de cerca y difundir el pensamiento del creador del comunismo, sino también miembro y parte de su familia.
En el puerto cubano quedaron sus abuelos maternos, una india oriunda de Jamaica y un refugiado haitiano, que llegó al oriente de la isla tras las revueltas y la revolución en la entonces Saint-Domingue.

De ellos y de su madre, escribiría más tarde Lafargue, se llevó la herencia de "la sangre de tres razas oprimidas" y también un peculiar comportamiento, distante del refinado estilo europeo, por el que Marx, en más de una ocasión, le propinó regaños y rapapolvos.
De hecho, en una carta conminatoria de 1866, Marx le escribe a Lafargue que, si quiere continuar sus relaciones con Laura "tendrá que reconsiderar su modo de hacerle la corte", en relación a ciertos excesos y toqueteos en las manifestaciones de cariño hacia su novia.
"Lo importante de volver a este cubano en estos 200 años de Marx es que Larfargue da esa otra mirada más subjetiva, valorativa, de lo que la sociedad del capital va conformando", señala.

"Eligió la palabra pereza como provocación y la entiende como un derecho humano, para luego proponer disminuir las jornadas de trabajo y permitirle a los obreros un mayor tiempo de esparcimiento. En esa época era algo totalmente relevante", asegura el profesor

Lioman Lima BBC Mundo





























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