ciclo literario
jul sept 2014
Para hablar de Iván Illich tengo que hablar irremediablemente de una historia personal. En los años sesenta ––como todos de alguna manera sabemos aunque pocos de los que estamos aquí podemos recordarlo como una experiencia vivida–– aconteció una gran revolución cultural; no eran sólo los jipis sino un intento muy serio, muy a fondo, de cambiar el mundo. En este contexto fue cuando Iván Illich empezó a escribir sus obras y se hizo rápidamente de una inmensa fama.
A finales de los sesenta y principios de los setenta Illich creó en Cuernavaca el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) y realmente era un foco de atracción mundial. Si uno ve la lista de quienes estuvieron en CIDOC se percata de que todos los grandes pensadores del final del siglo XX estuvieron allí platicando con él y nosotros, en México, a 60 kilómetros de donde estaba Iván, no nos interesamos ni en leerlo ni en ir a visitarlo.
Para nosotros, concretamente la izquierda marxista, Illich no era más que un cura reaccionario. Nos decíamos: sí, está escribiendo de la educación o de la salud pero en esta sociedad capitalista la educación y la salud son una porquería.
Cuando tengamos la nueva sociedad, vamos a construir; cuando triunfemos, vamos a tener una buena educación y una buena salud. No tiene sentido leer los asuntos de este cura. Y realmente no nos interesamos, no lo leímos.
La medicina, serio problema de salud
La primera frase del libro Némesis Médica, que se hizo rápidamente famoso y provocó de nuevo un inmenso escándalo, decía: La medicina institucional se ha convertido en un serio problema de salud. Iván no estaba revelando allí una nueva investigación, estaba dando una nueva lectura a la investigación que ya se tenía entonces, 1973, sobre la situación de la medicina.
Ya había entonces datos suficientes para saber que el sistema médico estaba causando enfermedades.
Quiero contar una experiencia que ocurrió años después en Los Ángeles y me tocó presenciar. Illich tenía algo que muchos pueden considerar arrogancia pero que era un reconocimiento de los hechos. Hubo una inmensa conferencia sobre salud, estaba la industria de la salud, los hospitales, los médicos, la industria de seguros, todo mundo estaba en ese lugar y claro, uno de los oradores principales sería don Iván Illich, con toda su fama.
Muchos allí se decían uno al otro con mucho entusiasmo y nervios: Este hombre cambió mi vida, a partir de que leí Némesis médica yo empecé a usar la medicina naturista o la acupuntura, la macrobiótica y una serie de remedios alternativos, decidí abandonar el camino de la medicina institucional.
Entonces apareció Iván. Dijo tranquilamente: Para esta conferencia, para estar con ustedes, leí por primera vez el libro que escribí hace algunos años y me sentí obligado también a leer los 86 libros que se han escrito sobre mi libro y reconozco que no pude leer pero le eché un ojo a los 87,324 artículos que se han escrito sobre mi libro.
Llegué a dos conclusiones: la primera es que hay cosas de las que escribí que no pueden escribirse mejor, que es exactamente la manera en que hay que decir las cosas, y segundo que fracasé como autor porque no se entendió mi argumento, porque ahora pienso ––y a la gente que estaba en el salón se le pusieron los pelos parados de punta (no a mí porque no se puede)–– que las medicinas alternativas pueden hacer más daño que la medicina institucional, porque están provocando que penetre más profundamente y se enraíce lo que es el verdadero agente patógeno, que es la búsqueda de la salud, esa búsqueda enfermiza de la salud a través de una serie de procedimientos diversos.
Y echó todo su discurso para mostrar que es la noción misma de la salud y la noción de nuestro cuerpo el principal factor, lo que necesitamos cambiar.
Lo que dijo desde el principio y que no mucha gente logró ver en su libro, fue cómo hay algo fundamentalmente contra-productivo en nuestras ideas sobre la salud, en la concepción de lo que es sanar y curar.
Es muy impresionante leer en 2014 a Iván porque uno de pronto no sólo encuentra una descripción de lo que está pasando ahora, sino que lo que él dice, y entonces era motivo de escándalo, hoy es casi un lugar común, una realidad que se constata.
Illich trabajó durante varios años en la contra-productividad de las instituciones, analizó varias de ellas para mostrar en cada caso cómo se manifiesta esta contra-productividad y anticipó cómo van a caer estas instituciones, cómo van a dejar de tener sentido y cómo la gente va a reaccionar.
Hay una descripción puntual, precisa, de internet, a veinte años de que se invente. Anticipa que hacia allá va la tecnología y lo que ahora llamamos la red; lo que significa y el efecto que va a tener en nuestras vidas, en nuestras formas de pensar, sobre nuestras formas de vivir.
Anticipa que hacia allá va la tecnología y lo que ahora llamamos la red; lo que significa y el efecto que va a tener en nuestras vidas, en nuestras formas de pensar, sobre nuestras formas de vivir.
Una de las últimas profecías de Iván, aproximadamente dos meses antes de morir en 2002, fue: Tengo la sospecha de que en aproximadamente unos diez o quince años me voy a poner de nuevo de moda. Y esto es exactamente lo que está pasando, el mundo está volviendo a publicar sus obras en español, en inglés, en francés, en alemán, en italiano; sus obras completas. Empieza a haber círculos de difusión de sus ideas.
Espero que en Oaxaca pronto estemos también en una gran actividad de difusión de su obra y pensamiento.
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