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ni con maduro ni con guaidó
sector sindical de la ITV
aporrea
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a big difference
john bolton
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felicitaciones al pueblo brasileño
juan guaidó
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guaidó se declara ganador del super bowl
boots riley
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hay un verdadero dolor en venezuela
no creas las mentiras
boots riley
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las reglas de la propaganda de guerra
michel collon
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yankee plot to overthrow Maduro
and steal Venezuela ´s oil
the intercept
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diputado español arremete contra estados unidos
podemos
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our increasingly fascist public discourse
jason stanley
Estamos contra la intervención imperialista
y junto a los trabajadores,
ni con Maduro ni con Guaidó,
expresó sector sindical de la ITV
Por: aporrea.tvi
Miércoles, 30/01/2019 10:01 PM
Ni con Maduro ni con Guaidó: con los
trabajadores;
expresaron sindicalistas de la ITV
Miércoles, 30 de enero de 2019.- Estamos contra la intervención imperialista y junto a los trabajadores, ni con Maduro, ni con Guaidó, manifestaron el martes 29 de enero, algunos miembros de la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela que nos convocaron para hacer esta declaración en un momento de suma importancia para la vida de la República.
En primer lugar tomó la palabra Gustavo Martínez
Rubio, de Marea Socialista :
Ni con Maduro, ni con Guaidó,
nosotros no tenemos vela en ese entierro.
La Intersectorial de Trabajadores, luego de esta
situación que se dió con la aparición de Juan Guaidó, no puede andar con
ambigüedades, ni puede andar con abstracciones ante un panorama tan complicado
y donde nosotros los trabajadores debemos seguir con nuestros hermanos de clase
y entendiendo claramente que no hay salida milagrosa ante esta difícil
situación.
Tenemos que seguir convocando a los trabajadores
para poder convertir todas las luchas en una sola, seguir y ser capaces
nosotros de levantar un programa de emergencia ante todo este panorama tan
complicado.
Ni con Maduro ni con Guaidó,
nosotros los trabajadores no tenemos ninguna
alternativa con ninguno de
los dos
Con Maduro no podemos seguir
y a Guaidó nadie lo eligió.
Ángel Arias, militante de la
Liga de Trabajadores por el Socialismo:
Estamos ahorita en presencia de un nuevo intento del imperialismo
estadounidense de aprovechar el hartazgo popular con esta situación económica y
con este gobierno para avanzar en sus planes de injerencia imperialista.
Si la soberanía popular no queda en Miraflores, mucho menos queda en la
Casa Blanca.
La decisión de que Juan Guaidó se juramentara como presidente de
Venezuela se tomó en las oficinas del gobierno de los Estados Unidos.
La Intersectorial debe pronunciarse claramente contra este intento de
injerencia imperialista manteniendo, por supuesto, su total autonomía e
independencia frente el gobierno de Maduro.
La intersectorial debe rechazar que nuestro descontento sea utilizado de
manera hipócrita y cínica como simple base de maniobra para intereses ajenos a
los intereses de la clase trabajadora, mucho más de la mano del imperialismo
norteamericano.
Hay una crisis brutal en Venezuela, continúa el desastre que este
gobierno viene causando en la vida cotidiana de millones de personas,
mencionó por su parte
Miguel Ángel Hernández del PSL :
Decimos con el pueblo que estamos en el reclamo de que se vaya el
gobierno hambreador y de falso socialismo de Nicolás Maduro.
Rechazamos a Maduro y decimos que es posible también rechazar la
injerencia imperialista.
El único que tiene el derecho de sacar a este gobierno hambreador es el
pueblo movilizado en las calles de las ciudades y pueblos de
Venezuela. Rechazamos la injerencia imperialista.
Le planteamos a la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela que es
necesario que se pronuncie en el sentido de convocar a un plenario o encuentro
sindical independiente, autónomo, para generar una alternativa política y
sindical autónoma de los trabajadores y del pueblo venezolano, distinta a
Guaidó a los militares o al imperialismo.
Cerró las participaciones Tony Navas
de Sintrasalud Distrito Capital :
Nosotros nos oponemos a la grosera intervención norteamericana en
nuestro país y también de factores regionales como el llamado grupo de Lima.
Rechazamos contundentemente la autoproclamación
de Juan Guaidó porque consideramos que es parte de toda una estrategia intervencionista.
Esto no implica que le firmemos un cheque en blanco a Nicolás
Maduro...este gobierno es responsable tanto de la acción injerencista como del
propio padecimiento que tiene el pueblo venezolano.
Creemos que la gran crisis que estamos padeciendo los venezolanos, en
términos económicos, socioeconómicos y la crisis de gobernabilidad, quien tiene
la posibilidad de encararla y también de darle otros derroteros a favor de
nuestros intereses, de los intereses del pueblo venezolano y de los trabajadores,
somos nosotros los trabajadores y el pueblo venezolano.
Llamamos a los compañeros que forman parte de la Intersectorial de
Trabajadores de Venezuela y del pueblo venezolano a no perder la calle, a
seguir movilizados en la calle y a asumir una posición protagónica y a no ser
vagón de cola de ninguno de estos dos intereses que están disputándose el poder
y están disputándose la renta para luego dejarnos a nosotros con una estela de
muertos y el territorio de nosotros saqueado.
↑video: clic en la imagen de arriba↑
enero 2019
juan guaidó se declara vencedor del superbowl
boots riley
Las reglas de la propaganda de guerra
michel collon
Tras la primera guerra del Golfo, ¿cómo han
cubierto las demás guerras los medios de comunicación occidentales? ¿Se pueden
establecer constantes comunes? ¿Existen reglas inevitables de la «propaganda de
guerra»? Sí. Reglas como las
siguientes:
1.Ocultar los intereses. Nuestros gobiernos luchan por los derechos
humanos, por la paz o por cualquier otro noble ideal. Nunca se puede presentar
una guerra como un conflicto entre intereses económicos o sociales opuestos.
2. Diabolizar al adversario. Para obtener el apoyo de la opinión
pública, se debe preparar cada guerra mediante una espectacular mentira
mediática. Tras ello, hay que seguir demonizando al adversario repitiendo,
sobre todo, imágenes atroces.
3. Ocultar la historia y la geografía de la región. Eso hará que los
conflictos avivados o provocados por las propias grandes potencias se vuelvan
incomprensibles.
4.Preparar la amnesia. Evitar cualquier recuerdo serio de las
manipulaciones mediáticas precedentes, eso sólo haría que el público
desconfiase.
Regla número 1:
Ocultar los intereses
La regla fundamental de la propaganda de guerra es la de ocultar que
esas guerras se llevan a cabo por intereses económicos muy precisos, los de las
multinacionales. Ya se trate de controlar las materias primas estratégicas, las
rutas del petróleo y del gas, o de abrir mercados y romper los países demasiado
independientes, o de destruir países que puedan representar una alternativa al
sistema, las guerras, en definitiva, son siempre por razones económicas y nunca
humanitarias. Sin embargo, siempre es lo contrario lo que se le dice a la
opinión publica.
La primera guerra contra Iraq fue presentada como una
guerra cuya meta era la de hacer que se respetase el Derecho Internacional,
mientras que los verdaderos objetivos, expuestos en diversos documentos del
gobierno de Estados Unidos (y no todos ellos internos), eran:
1. Echar abajo un régimen que hacía un llamamiento a la unión de los
países árabes para resistirse a Israel y a EE.UU.
2. Salvar el control de todo el petróleo de Oriente Medio.
3. Instalar bases militares en la ya reticente Arabia Saudita.
Es muy instructivo , e incluso divertido, volver a leer hoy las nobles
declaraciones que la prensa europea realizó en la época sobre los nobles motivos
de la primera guerra del Golfo. De todo eso, balance cero.
Las diversas guerras contra Yugoslavia se presentaron
como guerra humanitarias, mientras que, según sus propios documentos (que
cualquiera puede consultar), las potencias occidentales habían decidido echar
abajo una economía demasiado independiente frente a las multinacionales y con
importantes derechos sociales para los trabajadores.
El verdadero objetivo era el de controlar las rutas estratégicas de los
Balcanes (el Danubio y los oleoductos en proyecto), instalar bases militares
(someter así al fuerte ejército yugoslavo) y colonizar económicamente el país.
Actualmente, hay numerosas informaciones que confirman una colonización
descarada de las multinacionales, entre las que se encuentra US Steel, el
saqueo de las riquezas del país, la miseria creciente que se apodera de la
población… pero todo esto se le oculta cuidadosamente a la opinión
internacional, al igual que los sufrimientos de la población en muchos otros
países recolonizados.
La invasión de Afganistán se presentó primero como una
lucha antiterrorista, después como una lucha de emancipación democrática y
social, mientras que, allí también, los documentos de Estados Unidos
(perfectamente consultables) revelaban de qué se trataba realmente:
1. Construir un oleoducto estratégico que
permitiese controlar el aprovisionamiento de todo el sur de Asia, continente,
éste, decisivo para la guerra económica del siglo XXI. 2. Establecer
bases militares de EE.UU. en el centro de Asia, y 3. Debilitar
a todos los «rivales» posibles de ese continente e impedir que se aliasen.
De la misma manera, se podría analizar cómo se nos ocultan las
verdaderas razones económicas y estratégicas de las guerras en curso o
venideras: Colombia, Congo,Cuba, Corea…En definitiva, el tabú
fundamental de los medios de comunicación es la prohibición de mostrarnos que
cada guerra sirve siempre a ciertas multinacionales, que la guerra es la
consecuencia de un sistema económico que, literalmente, impone que las multinacionales
dominen el mundo y lo saqueen para impedir que sus rivales lo hagan
Regla número 2:
Demonizar al adversario
Todas las grandes guerras empiezan por una gran mentira mediática que
sirve para hacer bascular la opinión pública para que se ponga del lado del
gobierno.
– En 1965, Estados Unidos declara la guerra a Vietnam inventándose
completamente un ataque vietnamita contra dos de sus navíos (incidente de la
«Bahía de Tonkin»).
– Contra Granada, en 1983, se inventan una amenaza terrorista (¡ya
entonces!) que tendría como objetivo los Estados Unidos.
– El primer ataque contra Iraq, en 1991, se «justificó» por un supuesto
robo de incubadoras de un hospital de maternidad de Kuwait City. Mentira
mediática fabricada por la empresa de relaciones públicas americana Hill &
Knowlton.
Del mismo modo, la intervención de la OTAN en Bosnia (1995) se
«justificó» por la supuesta existencia de «campos de exterminio» y de
bombardeos contra civiles en Sarajevo, atribuidos a los serbios. Las investigaciones
posteriores (tenidas como secretas) mostrarán que, de hecho, los autores fueron
los propios aliados de la OTAN.
¿Qué decir de la guerra en Afganistán? Más fuerte todavía por culpa de
los atentados del 11 de septiembre. Sobre estos atentados no se hará ningún
tipo de investigación seria. Al contrario, los halcones de la administración
Bush se precipitarán para pasar al ataque. Un ataque preparado desde hacía
tiempo, contra Afganistán, Iraq y algunos otros. Y para que
esa gran mentira mediática funcione correctamente, son necesarias algunas
cosas:
1. Imágenes horribles, trucadas si es necesario.
2. Repetirlas incesantemente durante días para después seguir
mencionándolas de manera frecuente.
3. Monopolizar los medios de comunicación para evitar cualquier versión
diferente.
4. Deshacerse de las críticas, al menos hasta que ya sea demasiado
tarde.
5. Calificar de «cómplices», incluso de «revisionistas» a todos aquellos
que pongan en duda esas mentiras mediáticas.
Regla número 3 : Olvidarse de la Historia
En todos los grandes conflictos de los últimos años, los medios de
comunicación occidentales ocultaron, a la opinión pública, los datos
geográficos e históricos esenciales para comprender la situación de las
regiones estratégicas concernidas.
En 1990, se nos presenta la ocupación iraquí de Kuwait (aunque no se
trata aquí de justificar ni de analizar) como una «invasión extranjera». Se
«olvidan» de decir que Kuwait siempre había sido una provincia de Iraq, que
había sido separada en 1916 por los colonialistas británicos con el objetivo de
debilitar Iraq y de conservar el control de la región, que ningún país árabe ha
reconocido jamás esa «independencia» y, en definitiva, que Kuwait fue sólo una
marioneta que permitió a Estados Unidos confiscar los ingresos del petróleo.
En 1993, nos cuentan que la intervención occidental en Somalia es de
carácter «humanitario», ocultando cuidadosamente que las empresas americanas
habían comprado el subsuelo petrolífero del país y que Washington pretendía
controlar esta región estratégica del «Cuerno de África» al igual que las rutas
del Océano Índico.
En 1994, nos muestran el genocidio ruandés silenciando la historia de la
colonización belga y francesa, la misma que había organizado deliberadamente el
racismo entre hutus y tutsis para dividirlos mejor.
En 2001 se protesta contra los talibanes, régimen ciertamente
indefendible, pero ¿quién los llevó al poder? ¿Quién les protegió de las
críticas de las organizaciones de los derechos humanos con el fin de poder
construir un jugoso oleoducto transcontinental?
Y, sobre todo al principio, ¿quién utilizó el terrorismo de Ben Laden
para echar abajo al único gobierno progresista que había emancipado a los
campesinos y a las mujeres? ¿Quién restableció, de este modo, el peor terror
fanático en Afganistán? ¿Quién sino los Estados Unidos? De todo esto la opinión
pública no llegará a saber nada, o sí, pero demasiado tarde.
La regla es muy sencilla: ocultar el pasado permite impedir que la gente
comprenda la historia de los problemas de esas regiones, y, a la vez, permite
demonizar a su gusto a uno de los protagonistas, que es siempre, casualidades
de la vida, el que se resiste a los objetivos neocolonialistas de las grandes
potencias.
Regla número 4: Preparar la amnesia
Cuando una gran potencia occidental prepara o desata una guerra ¿no
sería ése el momento ideal para recordar las grandes mentiras mediáticas de las
guerras precedentes, de aprender a descifrar la información que nos transmiten
los estados mayores tan interesados?
Los debates se dejarán para más tarde, o ¿para nunca? Un caso flagrante
es el que sucedió hace poco cuando uno de los mayores mentirosos fue
sorprendido con las manos en la masa por una mentira mediática.
Alastair Campbell, jefe de «comunicaciones» de Tony Blair, tuvo que
dimitir cuando la BBC reveló que éste había trucado la información sobre las
supuestas armas de destrucción masiva. ¿Provocó eso un debate sobre los
anteriores éxitos de Campbell?
¿No habría sido interesante explicar que toda la información sobre
Kosovo había sido preparada por el mismo Campbell y que, por eso mismo, sería
necesario hacer un balance y reevaluar la información que se había dado sobre
la guerra en Yugoslavia? Nada de eso se hizo.
¿Tenemos derecho a la información?
En esta batalla (ya que la información no es un regalo sino un combate),
creemos necesario desarrollar urgentemente un análisis crítico de la propaganda
de guerra y de los intereses ocultos.
En primer lugar, en las escuelas. La educación sobre los medios de
comunicación debería formar parte del temario básico, pero no como una especie
de complaciente autopublicidad de los periódicos en los colegios, sino bajo una
forma realmente contradictoria y analítica. No basta con
gritar «¡Nunca más!», tras las mentiras mediáticas de cada guerra. Es necesario
intentar comprender siempre las verdaderas posturas económicas y estratégicas
de cada guerra. Desenmascarar a los autores que manejan los hilos. Organizarnos
colectivamente lo más rápido que podamos y difundir a todos los lugares
posibles los resultados de los test de los medios de comunicación que
elaboremos juntos.
El derecho a la información hay
que conquistarlo.
Yankee Plot to Overthrow Nicolás Maduro and Steal Venezuela’s Oil
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DIPUTADO DE PODEMOS
ARREMETE CONTRA ESTADOS UNIDOS
ESPAÑA DEFIENDE A VENEZUELA
DICEN NO A GUERRA
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