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Daniel Gatti
Brecha / uruguay
19.11.2018


En guerra frontal contra los movimientos emancipadores, el evangelismo conservador se fortalece en la escena política regional. Con incidencia en la agenda legislativa y el debate público a lo largo de todo el continente va más allá de la “agenda de derechos” y desafía a una izquierda que no logra interpelar a su base social.


“Hay una nueva imbricación entre lo religioso y lo político que la izquierda en el mundo, y particularmente en América Latina, no está sabiendo captar.

El fenómeno del éxito del neopentecostalismo conservador es un ejemplo clarísimo de esa nueva imbricación, que ha tomado una fuerza muy importante sobre todo entre los sectores populares.” Para el antropólogo uruguayo Nicolás Guigou, el auge de estos grupos religiosos que se han convertido en poco tiempo en actores centrales de la vida política de muchos países de esta región es “un fenómeno que debería cuestionar muy a fondo a grupos, organizaciones, movimientos sociales que pretenden llegar a los sectores populares, a los sectores vulnerados, para cambiar las cosas”. También a la academia: “a los politólogos, por ejemplo”.

La política está perdiendo sentido para enormes franjas de la población, dijo Guigou a Brecha. “Hay un enorme déficit de lo político, que gente como los pastores y pastoras neopentecostales está llenando de a poco con su discurso.

La presencia de las iglesias evangélicas en América Latina no es precisamente nueva, pero sí lo es su crecimiento, fundamentalmente en su versión pentecostal conservadora, apunta entre muchos otros el sociólogo boliviano Julio Córdova Villazón, especialista en el estudio de esta rama del protestantismo. En un artículo publicado en noviembre de 2014 en la revista Nueva Sociedad, Córdova señala que, a diferencia de comienzos del siglo pasado, cuando su “agenda” era esencialmente liberal y estaba centrada en la lucha por la separación de la Iglesia Católica y del Estado –por la razón del artillero: poder emerger–, hoy, en fase de crecimiento y con un catolicismo en crisis y en retirada, los evangélicos apuntan a adquirir cada vez más peso en la escena política a través de partidos propios o de pactos con terceros, una vastísima red de medios de comunicación, la multiplicación de movimientos de defensa de los “valores morales cristianos”. Todo aceitado por jugosos y muy a menudo non sanctos capitales.

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Córdova diferencia cuatro etapas en la expansión evangélica en América Latina: “La lucha por la libertad de conciencia a fines del siglo XIX y comienzos del XX; la polarización ideológica en las décadas de los sesenta y setenta; la emergencia de partidos evangélicos en la redemocratización de los años ochenta y noventa; y la aparición de movimientos profamilia y provida de principios del siglo XXI”.

En la segunda de esas etapas, una parte muy minoritaria de los evangélicos se sumó a los católicos progresistas que impulsaron la teología de la liberación, y un puñado fueron parte de las guerrillas de izquierda. Pero la mayoría, dice el sociólogo, “asumió una postura que, desde la pasividad, resultó legitimadora de las dictaduras militares, aceptándolas como la mejor opción”.





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Esa orientación se acentuaría a partir de los ochenta, con el predominio del neopentecostalismo, que ya se había hecho fuerte en Estados Unidos. Allí, una “nueva derecha cristiana” articulada por “telepredicadores, universidades evangélicas, asociaciones civiles y otras instituciones” emergió “como reacción a la ola progresista que vivió el país” en las décadas anteriores, “caracterizada, entre otros aspectos, por la demanda de una mayor autonomía para las mujeres y la igualdad de derechos para personas de la diversidad sexual”.

Desde Estados Unidos, esa nueva derecha cristiana pretendió irradiar hacia América Latina con una pléyade de pastores y un aparataje de medios. Pero fue recién en los noventa que ese discurso, que promovía una guerra frontal a los “predicadores del mal” basada en la defensa de la familia tradicional (papá-mamá-niños) y el rechazo a los movimientos emancipadores (de mujeres, de minorías sexuales, de negros), prendió al sur del Río Bravo, buscando “restaurar la estabilidad familiar”. Hasta entonces, escribe Córdova, las elites evangélicas latinoamericanas “no tenían un discurso político explícito”. “Los nuevos conversos evangélicos se sintieron amenazados por los cambios culturales y normativos relacionados con los derechos sexuales y reproductivos, y apelaron a una orientación política afín a la derecha cristiana estadounidense.”

El crecimiento exponencial de estas religiones se dio en un contexto en el que “vastos sectores sociales” necesitaron “nuevos marcos interpretativos que dieran sentido a sus cambiantes condiciones de vida”. Las iglesias evangélicas, coincide William Beltrán, especialista en religión de la Universidad Nacional de Colombia (Afp, 6-X-18), “han logrado responder mejor que la católica a las necesidades de las nuevas generaciones de latinoamericanos excluidas por los procesos de urbanización y globalización”.

“Dios nos multiplicó por todo el continente”, dijo hace un tiempo Fabricio Alvarado. Predicador casado con una predicadora, cantante de música cristiana, ex diputado, Alvarado fue el segundo candidato más votado en las elecciones presidenciales de este año en Costa Rica, uno de los países de la región en los que más creció el neopentecostalismo en los últimos años.


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Según informes citados por el sociólogo colombiano Javier Calderón Castillo, del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), hay actualmente en el continente “más de 19 mil iglesias neopentecostales que organizan a más de 100 millones de creyentes, una quinta parte de sus habitantes”. Un estudio sobre las religiones en las sociedades de la región realizado en 2017 por la consultora Latinobarómetro da cuenta a su vez de que en esta región el protestantismo le ha ido cortando el pasto bajo los pies al catolicismo desde hace más de dos décadas.

En el que sigue siendo todavía el continente más católico del mundo, los fieles de esa religión se han reducido al 60 por ciento de la población, contra alrededor del 90 hacia mediados del siglo pasado.

Los evangélicos, en tanto, treparon hasta un 20 por ciento desde porcentajes cercanos al 5 de pocas décadas antes. Con picos muy altos: 41 por ciento en Guatemala, 39 en Honduras, 32 en Nicaragua, 25 en Costa Rica, 24 en Panamá, 21 en Dominicana. Y 27 por ciento (contra 15 en el año 2000) en Brasil, la niña de los ojos de la Iglesia Católica a nivel mundial. “El crecimiento de los pentecostales en Brasil ha sido tan fuerte que este país tiene hoy la mayor población pentecostal del planeta. Hasta por encima de Estados Unidos”, declaró a Afp Andrew Chesnut, director de Estudios Católicos de la Universidad Virginia Commonwealth de Estados Unidos.

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En todos estos años, los avances del evangelismo político en América Latina han sido evidentes. En Brasil más que en ningún otro lado. Además de que Jair Bolsonaro fue electo con el respaldo expreso de las iglesias pentecostales, el Partido Republicano (Prb) –surgido de la principal congregación evangélica latinoamericana, la Iglesia Universal del Reino de Dios– obtuvo 30 diputados federales, y cuenta con alrededor de 40 estatales, más de un centenar de alcaldes, entre ellos el de Rio de Janeiro, Mauricio Crivella, y más de 1.600 concejales municipales. Son muchos, además, los neopentecostales electos como legisladores federales por el partido de Bolsonaro, el Social Liberal.

En total, la “bancada de la Biblia”, que reúne a evangélicos con representantes –a cual más “reaccionario”– de otras confesiones, tendrá alrededor de 200 integrantes en el parlamento de Brasil.


En Guatemala, un neopentecostal, el pastor y actor cómico Jimmy Morales, es presidente desde 2016; en Costa Rica, el pastor Alvarado disputó la presidencia hace apenas unos meses, y si bien quedó lejos del ganador, simbolizó el crecimiento de una confesión que hasta hace relativamente pocos años era marginal. Hay pentecostales en los parlamentos de Chile y México, de Colombia, de Venezuela y de Nicaragua, de Paraguay, de Perú y de Ecuador, y por supuesto en el muy laico Uruguay.


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Pero el poder de los pentecostales ha ido mucho más allá de su peso político específico. “Están marcando la agenda legislativa en no pocos países de la región, haciendo contrapeso al avance de las organizaciones y movimientos de defensa de los derechos de las minorías sexuales. Sus temáticas están cada vez más presentes en el debate público”, dice Gaspard Estrada, del Instituto de Estudios Políticos de París (Afp, 6-X-18).

Se han levantado como un muro de contención a “la ideología de género y la agenda gay”, escribe Julio Córdova. En Argentina, apunta a su vez una investigación del diario Página 12 (14-X-18), tanto el presidente Mauricio Macri como la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, “dejaron en manos de los evangélicos la tarea de contener el reclamo social y evitar estallidos” a cambio de “frenar la agenda del aborto y la educación sexual en las escuelas”.

En México, después de la despenalización del aborto en el DF, en 2007, los pentecostales fueron fundamentales para que se bloquearan iniciativas similares en 17 estados del país; en Nicaragua tuvieron la fuerza suficiente como para que la legislación relativa al aborto sea de las más restrictivas y oscurantistas de toda América Latina y que se estableciera un Día del Niño por Nacer; en República Dominicana contribuyeron a que en la propia Constitución se incluyera un artículo que protege “la vida humana desde la concepción”.

En Brasil, antes de apoyar abiertamente a Bolsonaro, la Iglesia Universal del Reino de Dios, comandada por el multimillonario pastor Edir Macedo, respaldó a Lula, primero, y a Dilma Rousseff, después, con la condición de que se frenara cualquier intento de despenalizar el aborto o el consumo de marihuana, legalizar el matrimonio entre homosexuales o aprobar alguna ley en favor de la población trans. Lo consiguieron.





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No sólo inciden sobre la agenda de derechos. En Colombia, los neopentecostales se embarcaron en la exitosa campaña por el “No” al acuerdo de paz con las Farc en el plebiscito de 2016. En Guatemala, Jimmy Morales decidió en mayo pasado trasladar la embajada en Israel a Jerusalén.

Jair Bolsonaro hará lo propio en Brasil apenas asuma, en enero. “Israel es para los evangélicos una especie de reloj del tiempo histórico. Como son también milenaristas, creen que de lo que sucede con Israel depende cuán lejos o cuán cerca estamos del apocalipsis”, explica Nicolás Guigou a Brecha. “Piensan que una alianza con Israel los bendice.”

Los evangélicos conservadores comparten una matriz, vengan de donde vengan. Comunican de manera directa con la gente, intentan llegarle a través de la emoción, se manejan con una cultura esencialmente oral. “Hablan todo el tiempo de ‘liberación’, de dejar fluir cuerpo y espíritu.

Son una religión muy corporal, sensorial. La glosolalia, ese ‘hablar en lenguas’ que tanto los caracteriza, es como una forma de dejar escapar el sufrimiento, de escenificar lo indecible, de liberarse del demonio, de las malas influencias”.

El mensaje es tan simple que mete miedo. “Te dicen que si te va bien, es porque Dios está con vos, y si Dios está con vos, es porque te conectaste con él a través de nosotros. Y si te va mal, es porque algo habrás hecho, o no pagaste tu diezmo o te dejaste tentar por Satán o tus oraciones estuvieron mal hechas. Deberás, entonces, esforzarte más. Lo particularmente seductor de su oferta es que al fiel le prometen todo: salud, dinero, prosperidad, y aquí y ahora, en esta vida terrenal.”

A diferencia de los protestantes de principios del siglo pasado, que en su demanda de libertad de conciencia potenciaban un Estado laico y defendían incluso una agenda “progresista”, los neopentecostales del XXI encajan como en un molde con la prédica neoliberal, observa Julio Córdova. O con una “época de autonomía extrema como la actual”, en los términos de Guigou.

Su “teología de la prosperidad” apunta a la búsqueda del éxito individual, al hacé la tuya, exalta los valores de los ricos aunque esté dirigida a los pobres o los medio pelo. “Los pastores son como gestores de la movilidad social de esas capas pobres, se mueven con una teología de la economía en la que resaltan además la obediencia y la disciplina, el respeto del orden social, la no confrontación con las autoridades”, abunda Guigou.






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Guigou piensa que el neopentecostalismo sudamericano es de claro cuño brasileño. Las iglesias evangélicas brasileñas fueron pioneras, dice, en eso de la participación en política, y han tenido mucho más presentes que las estadounidenses las características de los pueblos en los que se implantan. “Se manejan con un pragmatismo sorprendente que les permite, cuando cuadra, aliarse al PT y luego considerarlo satánico, respaldar la destitución de Dilma y apoyar a Bolsonaro, con el que conectan obviamente mucho mejor. Lo que les importa es el poder y para conseguirlo medran, chantajean, condicionan, buscan prebendas.”

Su manera de confrontar con el catolicismo o las religiones afro, espiritistas o de raigambre indígena, con las que compiten por la influencia entre los sectores populares, ha sido bien propia. “Como tienen una visión integrista, son parasitarios del enemigo y están en guerra permanente con ‘satanes’ diversos, que en Brasil se encarnan hoy sobre todo en los petistas o los curas católicos.”




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Han montado unas enormes redes de sociabilidad y construido su poder con base en un poderosísimo imperio mediático que comprende el segundo canal de televisión del país, Rede Record, un canal religioso, un portal de Internet, emisoras de cable locales, un entramado de radios que cubren casi todo el territorio, editoriales, compañías discográficas. En las redes sociales se mueven como pez en el agua y laburan el terreno como pocos.

Sus lugares de culto son también agencias de servicios públicos, supliendo a un Estado ausente. “Han conquistado las cabezas de los vulnerados y ganado las batallas por el control espiritual de las favelas, de los espacios de las periferias urbanas, de las cárceles. Sobre este modelo brasileño se han ido armando las iglesias pentecostales del resto de América del Sur, y los pastores brasileños han extendido su prédica a África y a Asia, donde de a poco están entrando.”

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Años atrás, los sacerdotes progresistas latinoamericanos herederos de la teología de la liberación ironizaban con que ellos apostaban por los pobres y los pobres por los pentecostales. “Un buen resumen de la realidad”, sentencia Guigou.

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La izquierda en general, el PT brasileño en particular, asegura el antropólogo uruguayo a Brecha, no supo, no sabe hablarles a las masas que se pasaron a filas evangélicas. “La izquierda se maneja con códigos propios de las capas medias. La agenda de derechos es ajena a los sectores más marginales, que en la familia tradicional, heterosexual y estable encuentran seguridad y sin ella lo poco que tienen se les desmorona.”

La periodista Lamia Oualalou sitúa en otro plano esa desconexión entre la izquierda latina y los pobres de toda pobreza que se arrimaron al neopentecostalismo. Para esta franco-marroquí que vivió años en Brasil y es autora del libro Jesús te ama. La ola evangélica (Éditions du Cerf, 2018), “la izquierda interpretó la ‘teología de la prosperidad’ de forma muy básica. La vio únicamente como una adaptación del neoliberalismo. Es cierto que hay una parte de consumismo y dinero, pero también las iglesias funcionan con una lógica de la solidaridad”, dijo en una entrevista publicada en el número de octubre de Nueva Sociedad.

Hay además un contrasentido en la actitud de partidos como el PT: ellos mismos no escaparon a la “lógica del consumo capitalista” cuando llegaron al gobierno durante la llamada “ola progresista”.

Fue eso lo que les ofrecieron a los pobres: la integración al consumo. Oualalou recuerda una frase de Guido Mantega, ministro de Economía de Lula: “Ahora todos los brasileños pueden ser ciudadanos porque tienen acceso a una tarjeta de crédito”.

Cuando estalló la crisis, patente quedó la debilidad de esa “integración”. El Estado (y los progresistas) dejó a los pobres literalmente de la mano de Dios, y Dios les dijo a estos “vulnerados”, pastores evangélicos mediante, que el Satán petista los había mandado a la ruina, sostiene la periodista. Y piensa: no es hablando de la Biblia, cediendo a los chantajes o posando junto a sus pastores, como ha optado por hacer el PT, que se podrá sacar a estos sectores de los tentáculos del neopentecostalismo.

“Lo que habría que hacer es volver a hablar de lo que importa en la vida del brasileño: una educación mínima, un acceso a la salud, volver a tener farmacias populares que den remedios gratuitos, un salario mínimo”. Y “deconstruir la imagen de los pastores, demostrando que la mayoría de ellos son bandidos y que son las principales fortunas del país”. Confrontarlos, no mimetizarse con ellos.

Disputarles la hegemonía, sugiere Oualalou.
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Un grupo de líderes evangélicos fundamentalistas vinculados a la Casa Blanca han extendido sus ministerios a varios países latinoamericanos y han establecido relaciones con cuestionados presidentes tales como Daniel Ortega en Nicaragua, Jimmy Morales en Guatemala y Juan Orlando Hernández en Honduras. Columbia Journalism Investigations (CJI), el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) y 15 medios de investigación también documentaron cómo estos líderes han influenciado mandatarios y políticas frente a Israel en varios países de la región.


Una tormenta de críticas contra el presidente Donald Trump por su política de separar a familias migrantes en la frontera estaba en su pico más alto cuando el presidente del segundo país que expulsa más migrantes desde Centroamérica hacia Estados Unidos, el hondureño Juan Orlando Hernández, fue recibido como aliado estratégico en la Casa Blanca, en junio del año pasado.

Los comunicados oficiales de esa visita documentaron reuniones con el vicepresidente estadounidense Mike Pence y con el secretario de Estado, Mike Pompeo, en las que discutieron, una y otra vez, la crisis migratoria y la situación de los hondureños indocumentados.

Ninguno de los recuentos oficiales ventiló las conversaciones paralelas que Pence, Pompeo y un pequeño grupo de líderes evangélicos fundamentalistas tenían coordinadas para Hernández, y que pretendían persuadirlo de tomar decisiones de Estado basadas en sus interpretaciones literales de la Biblia.

Por un lado, Pence y Pompeo -ambos cristianos evangélicos- aprovecharon la visita oficial para convencer a Hernández de instaurar, en Honduras, los estudios bíblicos liderados por Capitol Ministries, una organización religiosa que los dos altos funcionarios del gobierno Trump patrocinan desde la Casa Blanca y que se dedica a evangelizar a “líderes políticos del mundo” con el fin de que legislen según sus principios bíblicos.

La efectividad de esa influencia se destaca en un comunicado que el mismo Capitol Ministries publicó cuando su fundador Ralph Kim Drollinger inauguró los estudios bíblicos en el Congreso de Honduras junto con Hernández, cinco meses después de la visita del presidente hondureño a Washington (Ver nota de Honduras publicado por Contracorriente). Otro documento de Capital Ministries confirma que ambos miembros del gabinete estadounidense le “sugirieron al presidente Hernández que iniciara un ministerio como el que ambos atienden todas las semanas y el Presidente Hernández tomó en serio la sugerencia”.




Drollinger, mentor espiritual de Pence y Pompeo, lidera los estudios bíblicos en la Casa Blanca desde que el vicepresidente Pence lo invitó a instalarse allí, a inicios de la administración de Donald Trump.

Durante la misma visita a Washington el presidente Hernández también se reunió con cinco influyentes líderes evangélicos estadounidenses que forman parte de la Oficina de la Fe y la Oportunidad de la Casa Blanca (OFCB). El propósito de la reunión era persuadir al presidente hondureño de que cambiara la embajada de su país de la capital israelí de Tel Aviv a Jerusalén, disputado como el centro de la vida religiosa en Israel. Ese propósito, que incluía reconocer a Jerusalén como el centro de gobierno de Israel, fue confirmado por el organizador de la reunión Mario Bramnick en entrevista con Columbia Journalism Investigations (CJI).

Mario Bramnick es un pastor estadounidense de origen cubano y fundador de Latino Coalition for Israel (LCI), una organización cristiana sionista, con sede en Miami, que moviliza a líderes políticos y religiosos latinoamericanos para apoyar el reconocimiento de Jerusalén como el centro de la actividad política y religiosa de Israel.

Desde 1947, las Naciones Unidas ha emitido numerosas resoluciones, adoptadas por la mayoría de los países del mundo, que reconocen el estatus internacional de la ciudad de Jerusalén y la necesidad de crear dos estados separados para israelíes y palestinos, quienes mantienen un conflicto por el control del territorio. Por eso, todos los países del mundo tenían sus embajadas ante Israel en Tel Aviv, una tradición que duró hasta que Trump pasó la sede de Estados Unidos a Jerusalén, en mayo del 2018.

La reubicación de la embajada estadounidense había sido una promesa de campaña que Trump les hizo a los líderes evangélicos ya en su campaña presidencial de 2016, según Bramnick. “El presidente Trump nos lo prometió y lo cumplió”, dijo.

El pastor asegura que durante la campaña trabajó directamente con el enviado de la Casa Blanca para el Medio Oriente, Jason Greenblatt, y el actual embajador de Estados Unidos ante Israel, David Freedman, para definir la política exterior estadounidense frente a Israel. “Desde que los nombraron, yo me reuní con ellos y empezamos a trabajar el tema de la plataforma republicana para Israel”, dijo.

Para los líderes evangélicos, afirma Bramnick, el trabajo que realizan está inspirado en principios espirituales. “Lidiamos con gobiernos al punto de que el mundo lo ve como si estamos controlando la política, pero para nosotros es espiritual, no político. La Biblia dice que el que bendiga a Israel será bendecido y el que maldiga a Israel será maldecido, y nosotros leemos la Biblia literalmente. La Biblia dice que Jerusalén es la capital eterna de Israel y que Dios le dio esa tierra a Abraham, Isaac y Jacob”, agregó.

Los encuentros de los religiosos rindieron frutos. En marzo el presidente Juan Orlando Hernández anunció el reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel y el traslado de su oficina comercial a esa ciudad.

Bramnick y los cuatro líderes evangélicos que participaron en la reunión con Hernández son miembros de la Oficina de la Fe de la Casa Blanca, un despacho creado por Donald Trump mediante un decreto ejecutivo de mayo del año pasado.



 




“El presidente firmó una orden ejecutiva para establecer una Oficina de la Fe en la Casa Blanca donde invitan a líderes de fe nacionales para que participen en diferentes eventos como cenas, reuniones, oraciones y briefings con el presidente Trump o el vicepresidente Pence, según los temas”, explicó el pastor.

El pastor insistió en que el encuentro con el presidente hondureño lo organizó en su capacidad de presidente de Latino Coalition for Israel y no en nombre de la Casa Blanca, pero el día de la reunión publicó una foto con el presidente Hernández, en su perfil de Facebook, en la que identificó a la delegación que lideraba como de la Casa Blanca (Bramnick borró el texto de su publicación en Facebook después de la entrevista con CJI, pero CJI guardó una copia de su versión original).

El 16 de mayo de 2018, 55 palestinos murieron en las protestas en Gaza, mientras que la hija y el yerno de Trump, Ivanka Trump y Jared Kushner, lideraban la acelerada inauguración de la sede diplomática estadounidense en Jerusalén. Los acompañaban el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, líderes de la Oficina de la Fe y de la Oportunidad de la Casa Blanca y sus esposas.

Desde la creación de la Oficina de la Fe en la Casa Blanca, Trump y los líderes evangélicos han mantenido la iniciativa en un perfil muy bajo y se han negado a responder consultas de la prensa y organizaciones civiles sobre su operación, presupuesto y nombramientos.
Esta investigación colaborativa revisó publicaciones en redes sociales, vídeos y boletines informativos de los líderes que integraban el comité asesor evangélico de Donald Trump durante su campaña electoral y de sus organizaciones.

Al menos 18 de ellos, todos evangélicos, se han identificado a sí mismos como miembros de la Oficina de la Fe y la Oportunidad de la Casa Blanca desde mayo pasado durante múltiples eventos públicos en diferentes partes del mundo. El evangelismo representa solo a una minoría entre el abanico de creencias que se practican en Estados Unidos y que la primera enmienda de la Constitución defiende.

El grupo representa distintas corrientes dentro de la comunidad evangélica, aunque algunos de sus miembros pertenecen a más de una de ellas. Unos predican la “teología de la prosperidad”, que ve el crecimiento económico y el buen estado de salud como bendiciones que Dios otorga si el creyente se comporta de acuerdo a las normas y paga el diezmo. Otros son evangélicos sionistas que creen en las profecías apocalípticas del retorno de Jesús a la Tierra en Israel; y un tercer grupo representa a líderes de la Convención Bautista del Sur, que aglutina a más de 50.000 iglesias bautistas en Estados Unidos. Esa congregación se opone firmemente al matrimonio entre personas del mismo sexo.

Capitol Ministries, la Oficina de la Fe de la Casa Blanca y otros influyentes líderes evangélicos estadounidenses, de acuerdo con los católicos más conservadores, han cultivado estrechas alianzas con líderes políticos en países  con grandes poblaciones de la fe evangélica, como Guatemala, Honduras y Brasil. Esas alianzas se extienden a políticos locales que han logrado conquistar significativas cuotas de poder y de influencia política en sus países.

Para entender esas alianzas y sus efectos, Columbia Journalism Investigations (CJI), el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) y 15 medios latinoamericanos, investigaron las actividades del grupo de líderes y cómo han conseguido un respaldo particularmente fuerte de organizaciones evangélicas vinculadas a la administración Trump para promover legislación y políticas fundamentalistas cristianas en los más altos círculos de poder político en Latinoamérica.

 “Él [Trump] es el presidente más –según mucha gente ha dicho– más amigo de la fe que han conocido en su vida”, dijo Paula White, la consejera espiritual personal de Trump y líder de la Oficina de la Fe y Oportunidad de la Casa Blanca al Christian Broadcasting Network durante la inauguración de la embajada de Estados Unidos en Jerusalén.


Los líderes evangélicos comprometieron su apoyo político a Trump desde el inicio de la campaña presidencial del 2016, a cambio de promesas de favores políticos como nombramientos de jueces conservadores en la Corte Suprema de Justicia estadounidense, políticas públicas contra el aborto y los derechos LGBTIQ y una gran influencia en la definición de la política exterior estadounidense con respecto a Israel.

Gracias a sus lazos con la Casa Blanca algunos de estos líderes también han logrado expandir sus ministerios en Latinoamérica y construir alianzas con presidentes con pasados lejos de ser perfectos.

Uno de ellos es el presidente hondureño Juan Orlando Hernández, quien no ha sido acusado pero fue investigado por la agencia estadounidense antidrogas (DEA) por los delitos de tráfico internacional de cocaína “a gran escala” y lavado de dinero, según figura en un documento del 2015 recientemente desclasificado.

El pasado 2 de agosto, una Corte federal en Nueva York publicóotro documento que identifica al presidente hondureño Juan Orlando Hernández como cómplice en un caso de tráfico de drogas internacional contra su hermano Tony Hernández. El mandatario no figura como acusado en el caso, pero los fiscales dijeron que $1,5 millones de dólares de utilidades del negocio de la droga se usaron para ayudar a elegirlo en 2013.

En un comunicado de prensa la presidencia hondureña dijo que el presidente es enemigo de los traficantes, que buscan cobrar venganza en su contra.







La exportación de misiones fundamentalistas estadounidenses a Latinoamérica, con la bendición del gobierno federal, viola los principios de separación de Estado e Iglesia establecida en la Constitución de  Estados Unidos, según confirmó Katherine Franke, profesora de derecho y estudios sobre género y sexualidad en la Universidad de Columbia en Nueva York. Franke dirige el Centro de Género y Sexualidad de la Universidad y es la directora de la Facultad del Proyecto de Ley, derecho y religión.

Franke afirmó que estas actividades violan la Constitución al patrocinar oficialmente una religión y promover creencias particulares: “El gobierno está promoviendo religión como un proyecto oficial del gobierno y eso claramente viola una de las cláusulas de la Constitución”, dijo. “Aún más que eso, el gobierno está promoviendo una visión particular de la religión, sin hacerlo de manera imparcial, y ese es un segundo tipo de violación”, dijo la experta.


“Usando dinero público y con el nombre de los Estados Unidos detrás, el gobierno ha emprendido una promoción particular de la religión y eso es una clara violación de la cláusula de establecimiento”, dijo Franke.







En diciembre del 2018, un mes luego de la elección presidencial en Brasil en la que resultó elegido Jair Bolsonaro, Mario Bramnick se reunió con el recién electo presidente para hablar del posible traslado de la embajada de Brasil a Jerusalén, según confirmó Bramnick.

Los líderes religiosos también han apoyado a presidentes ultra conservadores como Jair Bolsonaro en Brasil, quien recientemente criticó una decisión de la Corte Suprema de Brasil que criminalizó la homofobia. La Corte dictaminó en junio que la homofobia es un delito equiparable al racismo. El presidente Bolsonaro dijo que la Corte está “completamente equivocada”. En declaraciones a Agencia Brasil -la agencia de noticias del Estado-, el presidente dijo que el dictamen va a perjudicar a los homosexuales porque “un empresario va a pensarlo dos veces para contratarlos por temor a ser llevado a la Corte por hacer una broma”.

Bolsonaro añadió que “si hubiera habido un juez evangélico en la Corte la decisión no hubiera pasado”.

Solo en São Paulo, Brasil, los crímenes contra personas homosexuales o transgénero se incrementaron en un 75% entre agosto y octubre de 2018 durante la campaña electoral de Bolsonaro, según reportó el diario Folha de São Paulo con base en registros de la policía del estado.
El pasado 31 de julio, CJI envió diversos correos con  preguntas para este reportaje a Pence, Pompeo, Drollinger y el presidente Juan Orlando Hernández. Ninguno de ellos respondió.

El pastor del gabinete americano

Capitol Ministries era una organización en total decadencia en el verano del 2009. Cinco de los miembros de su junta directiva habían renunciado a sus puestos y acusaban al fundador de la organización, Ralph Drollinger, de actitudes antiéticas, de liderazgo “autocrático”, de irregularidades financieras y de “utilizar pasajes de la Biblia fuera de contexto para justificar sus posiciones”.

Los alegatos son parte de un proceso legal por uso ilegal de marca comercial interpuesto en 2011 contra Capitol Ministries ante la Corte del Distrito Federal en el Distrito Este de Carolina del Norte por la organización Capitol Commission, fundada por los antiguos directores de Capitol Ministries. Los exdirectores alegaban que Capitol Ministries estaba haciendo uso ilegal de su marca. El caso se resolvió en un acuerdo privado en el 2014.

Drollinger no respondió a un cuestionario que CJI le envió sobre el litigio, pero durante el proceso negó los cargos en contra de su organización e incluso acusó a sus excolaboradores de haber tenido acceso ilegal a sus comunicaciones personales.

Luego de una investigación interna de 2009 Drollinger fue expulsado de su propia iglesia, la Grace Community Church en Sun Valley California. Treinta líderes de la iglesia concluyeron que Drollinger está “descalificado espiritualmente para liderar un ministerio” y unánimemente retiraron su apoyo y afiliación a Capitol Ministries.


El golpe más significativo vino cuando 16 de sus 19 directores regionales se distanciaron de él y también renunciaron a inicios de octubre del 2009 para luego fundar Capitol Commission.



Ralph Kim Drollinger fue expulsado de su propia iglesia Grace Community Church en octubre del 2009. Los líderes religiosos concluyeron que Drollinger no está capacitado para liderar un ministerio espiritual según consta en documentos ventilados en una Corte de Carolina del Norte.
  
Debilitado por la debacle interna, Drollinger viajó a Argentina en noviembre del 2009 para abrir su primer ministerio en el exterior, desde donde reclutó a líderes de otros ocho países latinoamericanos. El proyecto no funcionó y el grupo se independizó del pastor estadounidense.

Pero la suerte de Drollinger estaba a punto de cambiar en el 2016 con la llegada de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

Jeff Sessions, quien pronto sería nombrado fiscal general de Estados Unidos y quien había sido su pupilo espiritual en el Senado, presentó por correo a Drollinger con el entonces candidato republicano Donald Trump y el pastor empezó a enviarle sus estudios de Biblia al actual presidente. “El ha estado escribiéndome notas de vuelta desde entonces, en una forma muy positiva. A él le gusta la lealtad. Yo lo apoyé desde inicios de su campaña”, recordó Drollinger en una entrevista con el medio alemán Die Welt, en el 2017.

Un día después de que Trump ganó la elección primaria como candidato republicano, en julio del 2016, Drollinger llamó a los evangélicos estadounidenses a votar por él en un programa de radio en California. “Creo que Dios debe de estar respondiendo a nuestras oraciones y levantando a un gran líder en Donald Trump.

Lo estamos eligiendo a él para que sea el líder del Estado, no de la iglesia”, dijo Drollinger después de minimizar los deslices sexuales del presidente.
Drollinger y su esposa Danielle asistieron como invitados de Trump a su inauguración como presidente e inmediatamente empezaron a trabajar para instaurar los estudios bíblicos en el seno de la Casa Blanca.

El resto de la historia la explicó mejor el mismo Drollinger en febrero de este año, cuando alardeó sobre su expansión actual en un reporte de su ministerio publicado en CM en agosto de año pasado: “Capitol Ministries estableció los estudios bíblicos semanales justo después de que la actual administración empezó a hacer sus primeros nombramientos, a inicios del 2017. Eso volcó el foco de la atención mundial al trabajo y a la misión de Capitol Ministries”.

“De acuerdo con sus designios, esa oportunidad le ha garantizado una enorme credibilidad a Capitol Ministries y le ha abierto puertas en el mundo entero y en un periodo muy corto. Yo no tenía idea, hace dos años, de qué tan rápida iba a ser nuestra expansión internacional como resultado de todo esto”, dijo Drollinger.

En los estudios que él mismo escribe y que se traducen a seis idiomas, Drollinger sustenta con pasajes bíblicos que el ambientalismo radical es una “religión falsa”, que criminalizar a los inmigrantes ilegales y la pena de muerte tienen sustento bíblico y que el matrimonio entre personas del mismo sexo es un asunto que “despierta la ira de Dios”.

Con la ayuda del Instituto de Religión, Cultura y Vida Pública de la Universidad de Columbia, CJI buscó una interpretación profesional sobre los estudios de Capitol Ministries.

James S. Bielo, antropólogo profesor de la Universidad de Miami y experto en cristianismo global, analizó los textos de Capitol Ministries con la misión de entender sus orígenes y la teología que representan.

“Sus elementos discursivos claramente los marcan como protestantes fundamentalistas -explicó Bielo-. Ellos arguyen que la Biblia debe interpretarse literalmente y que debemos de derivar los principios para gobernarnos de acuerdo con esa lectura literal”, dijo Bielo.

Según Bielo, el argumento va aún más allá: “creen que cualquiera que vaya en contra de esos principios es su enemigo teológico y un enemigo político, confundido por el liberalismo moderno o por una lectura hereje y no literal de las escrituras”, agregó.

Uno de los elementos más característicos de los estudios, según Bielo, es que busca promover un discurso alrededor del temor, de la lectura literal de la Biblia y de la creación de términos como “los humanistas seculares” o los “cristianos liberales”  a quienes piden a sus seguidores oponer.

Drollinger no respondió las preguntas que se le enviaron para conocer su opinión sobre las creencias que predica.

Explosiva expansión en Latinoamérica

En mayo del 2017, tres meses después de asumir como pastor de los estudios bíblicos de la Casa Blanca, Drollinger nombró al peruano Óscar Zamora como director de Capitol Ministries para América Latina y creó una versión en español de sus estudios bíblicos en su página web.

Desde entonces, Capitol Ministries ha abierto ministerios en ocho países de la región: México, Honduras, Brasil, Perú, Uruguay, Ecuador, Paraguay y Costa Rica y anunció la apertura de Panamá en octubre. El mismo Drollinger viajó a algunos de estos países para inaugurar oficialmente su operación y reunirse con líderes políticos locales. (Lea las notas de que los aliados en MéxicoBrasilHondurasCosta Rica y Paraguay escribieron sobre el trabajo que Capitol Ministries desarrolla en cada país).

Su más reciente anuncio de expansión es, sin duda, el más inusual. El pasado 18 de julio, Drollinger viajó a Nicaragua tras ser invitado personalmente por el presidente Daniel Ortega y por su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, para que instaure un ministerio en su gobierno en Managua. La pareja presidencial también invitó a Drollinger para que compartiera escenario con ellos en la celebración del 40 aniversario de la Revolución Sandinista.


En un comunicado de prensa, Capitol Ministries explicó que fue Ortega quien envió una carta a Drollinger invitándolo a abrir un ministerio en su gobierno. En la carta publicada por CM, Ortega declaró: “sabemos que si las personas a quienes Dios ha confiado el destino de una nación nacen de nuevo, nuestros diputados legislarán de acuerdo con la biblia”.

Mientras Ortega profesaba su fe, un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos concluyó que “la acción represiva del Estado en Nicaragua”, había dejado “hasta junio de 2018, al menos, 212 personas muertas, 1.337 personas heridas y 507 personas privadas de la libertad. Para agosto de ese año, el conteo de la CIDH ya iba en 322 muertos, la mayoría de ellos jóvenes que estaban protestando por los abusos y la corrupción del gobierno. Ortega criticó duramente a la Comisión por este informe, pero reconoció 128 personas caídas en las protestas ciudadanas.

A pesar de este récord en violaciones a los derechos humanos, Drollinger aceptó la invitación de Ortega con entusiasmo, sin hacer mención de la crisis de derechos humanos. En el acto de conmemoración de la revolución sandinista dijo: “Queremos agradecer al Presidente y a la Vicepresidente por esta oportunidad que nos abre para ver la posibilidad de también sembrar la palabra de Dios aquí, y empezar sembrando este Ministerio de Capitol en medio de la comunidad de los políticos”. Cerró recordándoles a los presentes su cercanía con el alto gobierno estadounidense:

“En nombre de los estudiantes de estudios bíblicos de la Casa Blanca, en nombre de los estudiantes de Biblia del Senado de Estados Unidos, en nombre de los Representantes de la Cámara Baja que estudian la Biblia, traemos a ustedes nuestra paz y nuestra bendición”.

Usando el nombre de la Casa Blanca en sus intervenciones públicas, Capitol Ministries también ha expandido el nivel de su influencia política. CM está presente en siete parlamentos latinoamericanos y en marzo de este año inauguró su primer ministerio dentro de un gabinete presidencial, en Honduras. La organización anunció que también tendrá un ministerio en el gabinete presidencial en Managua.

El Congreso hondureño inauguró su ministerio desde noviembre pasado en un acto con el presidente Hernández y su esposa. Durante la ceremonia, Óscar Zamora, el director latinoamericano de CM, recordó el origen de la iniciativa. “El presidente Hernández estaba tan impresionado de la consistencia entre las creencias y los principios bíblicos de los estudios de Capitol Ministries -en la Casa Blanca- que pidió tener un estudio idéntico para su gabinete (que se inauguró en marzo).

Como yo siempre digo, ¡esto solo se hace a través de Dios! ¡Alabado sea el Señor que sigue abriendo puertas para Capitol Ministries en América Latina!”, dijo.

Honduras es el segundo país centroamericano que más migrantes expulsa a Estados Unidos y se estima que el 41% de su población cree en el cristianismo evangélico (la tasa más alta de la región junto con Guatemala). El presidente Hernández acogió el ministerio de Drollinger a pesar de que el pastor estadounidense afirma que “a Dios se le frunce el ceño con los inmigrantes ilegales”, que los inmigrantes ilegales “merecen ser arrestados y enfrentar todo el peso de la ley” y ser excluidos de las escuelas públicas en Estados Unidos.


CJI y el medio hondureño independiente Contracorriente entrevistaron al pastor Miguel Muñoz, quien fue escogido por Zamora para dirigir el ministerio en Honduras. Consultado sobre cómo concilia el sufrimiento de sus compatriotas migrantes con las creencias de la organización que representa el pastor, respondió: “Es que todavía no me ha tocado llegar a ese estudio, porque vamos por semanas, y aún no lo he leído”.


Créditos: Este
reportaje hace parte del proyecto Trasnacionales de la Fe, una
colaboración de 16 medios latinoamericanos, bajo el liderazgo de
Columbia Journalism Investigations de la Escuela de Periodismo de la
Universidad de Columbia (Estados Unidos) y los siguientes socios
latinoamericanos son: Agencia Pública (Brasil); El País (Uruguay);
CIPER  (Chile); El Surtidor (Paraguay); La República (Perú);
Armando.info (Venezuela); El  Tiempo (Colombia); La Voz de Guanacaste y
Semanario Universidad (Costa Rica); El Faro (El  Salvador); Nómada y
Plaza Pública (Guatemala); Contracorriente (Honduras); Mexicanos Contra
la Corrupción y la Impunidad (México);  el Centro Latinoamericano de
Investigación Periodística (CLIP); y Univisión (Estados Unidos).






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