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Por segunda ocasión en un periodo de un mes, representantes de la Confraternidad de Iglesias Cristianas y Evangélicas se reunieron con el presidente Andrés Manuel López Obrador a quien le pidieron una reforma legal que permita el acceso de las diversas iglesias a canales de radio y televisión




Jessica Xantomila 
Periódico La Jornada
18 de abril de 2019

Para organizaciones que defienden el estado laico, la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público en sus artículos 16 y 21 es clara y tajante al impedir que las Iglesias tengan concesiones de canales de televisión y estaciones de radio.

Respecto al plan del presidente Andrés Manuel López Obrador de revisar la viabilidad para que Iglesias puedan operar estos medios de comunicación, pues a su juicio en principio no existiría transgresión a la laicidad del Estado, señalaron que sólo podría ser si se modifica la ley.

Católicas por el Derecho a Decidir, integrante del colectivo República Laica, y el Observatorio Eclesial destacaron que las iglesias han trabajado durante muchos años para incidir en la política pública para estar en los espacios de toma de decisiones, y ha sido la laicidad la que ha evitado que ello suceda.

Aidé García Hernández, de Católicas por el Derecho a Decidir, destacó que en los artículos constitucionales 40, 24 y 130 se subraya la separación entre lo que compete a las iglesias y al Estado.

Indicó que son tres los principios de la laicidad: la no discriminación, la libertad de conciencia y la separación de lo político de lo religioso. El estado laico, añadió, es el marco jurídico que garantiza el reconocimiento “a la pluralidad y diversidad de pensamiento.

El riesgo de que se otorgue a las iglesias los espacios de comunicación públicos es que ellas sí tienen una forma única de pensar en muchas ocasiones en contra de derechos fundamentales como los sexuales y reproductivos, dijo.

Sobre la iniciativa de la Iglesia católica de que haya una laicidad positiva, García Hernández consideró que esto es un caballo de troya, pues lo que busca es que se le permita entrar en estos campos de incidencia.

La petición de que las Iglesias puedan operar canales de televisión y estaciones de radio la hizo la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) en febrero pasado en un encuentro que su líder, Arturo Farela sostuvo con el presidente López Obrador.














































Hasta no hace mucho, fue común en todas las iglesias evangélicas mantener la Política alejada del Templo. A partir de los 80 se produce un cambio trascendental, los evangélicos, principalmente en su vertiente pentecostal y carismática, comenzaron a crecer en número en toda Latinoamérica, alcanzando porcentajes muy elevados y tentadores. Tentadores para pastores con ambiciones que, aunque carecían de una teología política, hasta de teología siquiera, se dieron cuenta que tenían poder, poder numérico, y y así extender su área de influencia más allá de las iglesias. En nombre de la familia tradicional y de la moral judeocristiana se consideraron capacitados, y llamados por Dios, para lanzarse al juego político. 

Su programa consistía básicamente en esos dos puntos. Suficientes para alcanzar sus metas. Unos y otros asistimos sorprendidos a la participación en la política nacional de muchos pastores, e incluso de llegar a dirigir la Presidencia. Lo sagrado y lo profano en la misma persona se meten en el mundo hasta las cejas en nombre de Dios, armados de su Biblia y espoleados por su propia convicción, ambición u oportunismo.

“La deriva ultraderechista del evangelicalismo pentecostal y los derechos humanos” 
Alfonso  Ropero
lupa protestante
febrero 2019






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