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Pratima ha perdido a sus gemelos debido a los retrasos y la escasez de recursos que afectan su centro de salud. En la India, la atención sanitaria de mayor calidad tan solo está al alcance de ciertos bolsillos. Photo: Atul Loke, Panos/Oxfam
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informe sobre la desigualdad global 2018

facundo alvaredo, lucas chancel, thomas piketty y otros 
world inequality lab       (en español)


Manifiesto 
para la democratización de Europa

Thomas Piketty 
09/12/2018 

El autor de este manifiesto es Thomas Piketty, economista francés especialista en desigualdad económica, autor de ‘El capital en el siglo XXI’ y director de estudios de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales. El manifiesto lo firman 55 intelectuales y políticos, entre ellos Pablo Iglesias y Massimo D’Alema. La Vanguardia publica este manifiesto junto a otros medios internacionales que forman parte del Grupo Europa. 

Nosotros, ciudadanos europeos de orígenes y países diferentes, hacemos hoy un llamamiento para transformar profundamente las instituciones y las políticas europeas. Este Manifiesto contiene propuestas específicas; en concreto, un proyecto de Tratado de Democratización y un proyecto de Presupuesto que ya pueden ser adoptados y aplicados por los países que lo deseen, sin que ningún país esté en condiciones de bloquear a los que deseen avanzar. Puede ser firmado en línea (www.tdem.eu) por todos los ciudadanos que se identifiquen con él. Puede ser retomado y mejorado por todos los movimientos políticos.

Tras el Brexit y la formación de gobiernos antieuropeístas en diversos países miembros, ya no es posible seguir como antes. No es posible contentarse con esperar las próximas salidas, los próximos desmantelamientos, sin introducir ningún cambio fundamental en la actual Europa.

Nuestro continente se encuentra hoy atrapado entre, por un lado, unos movimientos políticos cuyo único programa es la persecución de extranjeros y refugiados, un programa que ya han empezado a aplicar; y, por otro, unos partidos que se dicen europeístas, pero que en el fondo siguen considerando que el liberalismo puro y duro y la aplicación de la competencia a todos los ámbitos (Estados, empresas, territorios, individuos) bastan para definir un proyecto político, sin darse cuenta de que es precisamente la falta de ambición social lo que alimenta la sensación de abandono.

Algunos movimientos sociales y políticos intentan quebrar ese diálogo mortífero avanzando hacia una refundación política, social y medioambiental de Europa. Y es que, tras una década de crisis, las urgencias propiamente europeas no escasean: infrainversión pública estructural (sobre todo, en el ámbito de la formación y la investigación), incremento de las desigualdades sociales, aceleración del calentamiento climático, crisis en la acogida de migrantes y refugiados. Sin embargo, esos movimientos tienen muchas veces dificultades para formular un proyecto alternativo concreto, es decir, para describir de forma precisa cómo desearían organizar la Europa del futuro y la toma democrática de decisiones en su seno.

Nosotros, ciudadanos europeos, presentamos con este Manifiesto, este Tratado y este Presupuesto unas propuestas precisas a la opinión pública. No son perfectas, pero tienen el mérito de existir: cualquiera puede tomarlas para mejorarlas. Se basan en una sencilla convicción. Europa debe construir un modelo original que garantice un desarrollo social equitativo y duradero para sus ciudadanos, a los que sólo convencerá abandonando las promesas vagas y teóricas. Europa sólo se reconciliará con sus ciudadanos si aporta una prueba concreta de que es capaz de establecer una solidaridad entre europeos y de hacer que los ganadores de la globalización contribuyan a la financiación de los bienes públicos que Europa necesita hoy cruelmente. Es decir, de hacer que las grandes empresas contribuyan más que las pequeñas y las medianas y que los contribuyentes más ricos paguen más que los más pobres, algo que en la actualidad no sucede.

Nuestras propuestas se basan en la creación de un Presupuesto de Democratización debatido y votado por una Asamblea Europea soberana, que permita que Europa se dote por fin de un poder público capaz de enfrentarse sin dilación a las urgencias europeas y, al mismo tiempo, producir un conjunto de bienes públicos en el marco de una economía duradera y solidaria. Así podremos dar por fin sentido a la promesa inscrita en el Tratado de Roma de una “mejora de las condiciones de vida y de trabajo”.

Cuatro grandes impuestos europeos

Semejante Presupuesto, si la Asamblea Europea así lo decide, estará financiada por cuatro grandes impuestos europeos, marcadores concretos de esa solidaridad europea, que se aplicarán a los beneficios de las grandes empresas, las rentas altas (por encima de los 200.000 euros anuales), los grandes patrimonios (más de un millón de euros) y las emisiones de carbono (con un precio mínimo de 30 euros por tonelada, sujeto a incrementos anuales). De fijarse en el 4 por ciento del PIB, tal como proponemos, dicho presupuesto podría financiar la investigación, la formación y las universidades europeas, un ambicioso programa de inversiones para transformar nuestro modelo de crecimiento, financiar la acogida de migrantes y acompañar a los agentes de la transformación; pero también podría proporcionar cierto margen de maniobra presupuestaria a los Estados miembros para reducir la regresiva tributación que pesa sobre los salarios o el consumo.

No se trata de crear una “Europa de las transferencias” orientada a quitar dinero a los países “virtuosos” para dárselo a los que lo son menos. El proyecto de Tratado de Democratización (www.tdem.eu) lo afirma explícitamente al limitar la diferencia entre ingresos recibidos e pagos efectuados por un país a un umbral del 0,1 por ciento de su PIB. Ese umbral podrá elevarse en caso de que exista un consenso en dicho sentido, pero la verdadera cuestión es otra: se trata ante todo de reducir la desigualdad en el seno de los diferentes países e invertir en el futuro de todos los europeos, empezando por supuesto por los más jóvenes, sin favorecer a un país concreto por encima de otro. Semejante cálculo excluye los gastos y las inversiones realizados en un país para satisfacer un objetivo de interés común que beneficie igualmente a todos los países, como las políticas para combatir el calentamiento global. Dado que permitirá financiar bienes públicos europeos que beneficiarán a todos los países, el Presupuesto de Democratización favorecerá de facto un efecto de convergencia entre los Estados europeos.

Como hay que actuar deprisa, pero también sacar a Europa del actual atolladero tecnocrático, proponemos la creación de una Asamblea Europea que permita debatir y votar esos nuevos impuestos europeos, así como el presupuesto de democratización, sin que sea necesario en un primer momento modificar el conjunto de los tratados europeos.

Por supuesto, dicha Asamblea Europea tendrá que dialogar con las actuales instancias de decisión (en particular, el Eurogrupo, que reúne mensual e informalmente a los ministros de Economía de la eurozona), pero será ella la que decida en última instancia, en caso de desacuerdo. De otro modo quedaría comprometida su capacidad de convertirse en la sede de un nuevo espacio político transnacional donde puedan expresarse por fin partidos, movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales. Y también se vería comprometida su eficacia, puesto que se trata de extraer finalmente a Europa del eterno inmovilismo de las negociaciones intergubernamentales. No olvidemos que la regla de la unanimidad fiscal en vigor en la Unión Europea bloquea desde hace años la aprobación de cualquier impuesto europeo y alimenta la eterna huida hacia el dumping fiscal en favor de los más ricos y móviles una práctica que continúa hoy en día a pesar de todos los discursos y que continuará mientras no se establezcan otras reglas de decisión.

Como la Asamblea Europea tendrá competencias para aprobar impuestos y entrar en el interior mismo del pacto democrático, fiscal y social de los Estados miembros, es importante involucrar en ella a parlamentarios nacionales y europeos. Al conceder a los primeros un lugar central, las elecciones legislativas nacionales quedarán transformadas de facto en elecciones europeas: los diputados nacionales ya no tendrán ocasión de responsabilizar a Bruselas y deberán explicar a los electores los proyectos y presupuestos que pretenden defender en el seno de la Asamblea Europea. La reunión de los parlamentarios nacionales europeos en una misma Asamblea creará unos usos de cogobernanza que hoy sólo existen entre los jefes de Estado y los ministros de Economía.

Por ello proponemos, en el Tratado de Democratización disponible en línea (www.tdem.eu), que la Asamblea Europea esté compuesta en un 80 por ciento por diputados de los parlamentos nacionales firmantes del Tratado (según la proporción de la población de los países y los grupos políticos) y en un 20 por ciento por miembros del actual Parlamento Europeo (según la proporción de los grupos políticos). Semejante elección merece un amplio debate. De hecho, nuestro proyecto podría igualmente funcionar con una proporción menor de diputados nacionales (un 50%, por ejemplo). 

Ahora bien, en nuestra opinión, si esa proporción fuera muy pequeña, la Asamblea Europea vería mermada su legitimidad para involucrar al conjunto de la ciudadanía europea en la vía de un nuevo pacto social y fiscal, y el proyecto podría verse rápidamente debilitado por conflictos de legitimidad democrática entre las elecciones nacionales y europeas. 

Ahora tenemos que actuar deprisa. Si bien es deseable que todos los países de la Unión Europea se unan sin demora al proyecto y si bien es preferible que lo adopten de entrada los cuatro principales países de la eurozona (que juntos representan más del 70% del PIB y de la población de la zona), el conjunto del proyecto ha sido concebido para que pueda ser jurídica y económicamente adoptado y aplicado por cualquier subconjunto de países que desee hacerlo. Se trata de un punto importante porque permite a los países y los movimientos políticos que lo deseen poner de manifiesto su voluntad concreta de avanzar adoptando de forma inmediata este proyecto, o una forma mejorada del mismo. Apelamos a todas y todos a que asuman sus responsabilidades y que participen en un debate preciso y constructivo para el futuro de Europa
Traducción: Juan Gabriel López Gui

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Dear comrades, 
Please consider joining the new International Declaration against Fascism by answering this email with institutional affiliation. It will be published in Change.org this week and you are invited to be in the list of first subscribers. Below (and attached) is the letter by Celso Amorim, President of the International Committee in Defense of Lula and Brazilian democracy and former Minister of Foreign Affairs in Brazil, who wrote the declaration. 

Best regards,  Pedro Paulo. 

Dear friend, 

As you are well aware, on October 28 the people of Brazil will be going to the polls to elect the next president of the Republic of Brazil.
We are very grateful for the support we have received from personalities from all over the world in this moment of crisis that our country is experiencing.
Given the gravity of the situation in my country, where it is possible that a far-right candidate could be elected, I have taken the liberty, once again, to request your solidarity by signing the attached Declaration.



Warm regards,
Celso Amorim



President of the International Committee in Defense of Lula and Brazilian democracy


International Declaration against Fascism 
We, women and men, united in our commitment to democracy and human rights, express our unequivocal rejection of far-right candidate Jair Bolsonaro, a contender in the second round of Brazil’s presidential elections on October 28.

The positions that this candidate has defended throughout his public life and during the current electoral campaign are based on xenophobic, racist, misogynistic and homophobic values.

This far-right candidate openly defends the violent methods deployed by military dictatorships, including torture and assassinations.

Positions such as these are a threat to any free, tolerant and just society.  

In the second round of the election, the people of Brazil will be making a choice of paramount importance, between liberty and pluralism and retrograde authoritarianism, with a lasting impact, not only for Brazil but also for Latin America, the Caribbean and the rest of the world.  

We call on Brazilians to reflect on the gravity of this pivotal moment in history.  
There can be no neutrality in the choice between democracy and fascism!


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