visita




















fernando damián
ciudad de méxico / 25.06.2020



El legislador morenista Porfirio Muñoz Ledo secundó a quienes califican de inoportuno el viaje del presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington para entrevistarse con su homólogo estadunidense Donald Trump.
Subrayó que el mandatario de Estados Unidos es repudiado mundialmente por su “maníaco racismo” contra afroamericanos y mexicanos.
A través de sus redes sociales, Muñoz Ledo cuestionó así la decisión de López Obrador de ir a la Casa Blanca:
“Distintas vertientes de opinión coinciden en lo inoportuno del viaje del Presidente a Washington, cuando Trump es repudiado mundialmente por su maníaco racismo contra los afroamericanos, pero también contra los nuestros.












VIRIDIANA RÍOS
new york times
25 mar 2020







El mexicano promedio piensa que el Estado podría atender las necesidades sanitarias y económicas que surjan por La Covid-19 si tan solo dejara de gastar en programas sociales -o en la construcción de la infame refinería Dos Bocas-. El Presidente de México al parecer también piensa que tenemos suficiente dinero porque se tienen fondos, declaró el día de ayer, por hasta 400.000 millones de pesos.

Ambas visiones están alejadas de la realidad. El Estado mexicano prácticamente no existe y nos haría bien darnos cuenta pues, en caso de que se presente una emergencia en salud, la comunidad internacional deberá estar preparada para solidarizarse. Muchos países no tienen recursos para dar batalla a la Covid-19 y necesitarán ayuda, no solo préstamos.

México no tiene dinero. El presupuesto total del Estado mexicano es de solo 6 billones de pesos, o de 23 puntos del PIB. Este nivel de gasto es propio de países de África Subsahariana, no de un miembro de la OCDE como es México. En promedio, en Latinoamérica los presupuestos de los Estados son 22% más grandes. México tiene, en cambio, un Estado menor que el de El Salvador, Kenya y Zimbabwe.

Es por ello que, aún bajo el supuesto de que se cancelara la construcción de la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya, el gasto en salud apenas podría aumentar en aproximadamente 135.000 millones de pesos. Es decir, aún con ese dinero México tendría un sistema de salud similar al promedio de los países del Caribe, como Jamaica. En comparación, los Estados latinoamericanos de ingreso similar al de México tienen un gasto promedio que es 56% superior.

México tampoco tiene suficiente dinero ahorrado. Los 400.000 millones de pesos que López Obrador dice tener son parte fondos de estabilización presupuestaria que no serán suficientes pues, de acuerdo a los estimados de riesgo de la misma Secretaría de Hacienda, si la economía mexicana se contrae al -4% y el tipo de cambio continúa arriba de 24 pesos por dólar, se necesitará usar dos terceras partes de esos fondos tan solo para mantener el mismo nivel de gasto en México.

Aún si México tuviera el dinero, el Estado carece de vasos comunicantes con un gran porcentaje de la población. El 32% de la población no tiene una cuenta bancaria, el 22% de la economía es informal y el 56% de los trabajadores son informales. Incluso los programas sociales se estima que llegan a 20 millones de personas, en un país donde hay 54 millones de pobres.

Realmente, lo que sorprende no es la inexistencia del Estado mexicano, sino que esta sea tan sigilosa y desconocida. Hay dos razones detrás de ello.

La primera es la propaganda posrevolucionaria. El mito fundacional del México contemporáneo es que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) -- partido hegemónico que dominó la arena política por más de 70 años-- pacificó al México revolucionario debido a su capacidad para desarrollar múltiples vasos comunicantes con distintos bloques sociales. Cada bloque fue convertido en un grupo corporativo y fue cooptado, dice esta interpretación, de forma que el líder del PRI, que era también el presidente de la república, aparentaba tener bajo su control un Estado sólido, eficaz y omnipresente.

Revisiones históricas contemporáneas, como las realizadas por los historiadores Paul Gillingham y Bejamin T. Smith, han hecho trizas esta interpretación. Si bien es cierto que el PRI logró cooptar a importantes fragmentos de la clase media urbana y de las clases trabajadoras, generalmente los pobres rurales siempre estuvieron marginalizados y el Gobierno no tenía capital político para recaudar impuestos. Así, frecuentemente incapaz de financiar aspectos básicos como la intervención militar o la cooptación política, el Estado mexicano era débil -aún cuando se le pensaba retóricamente como una dictadura-.

La segunda razón por la que el Estado mexicano puede ser inexistente en sigilo es porque las clases medias y altas, que poseen el control interpretativo de la realidad política contemporánea, no tienen relación alguna con el Estado. No lo conocen porque no tienen por qué conocerlo.

México es un país donde los servicios básicos están ampliamente segmentados por nivel de ingreso.

La clase media y alta utilizan escuelas, hospitales y hasta vías de comunicación privadas. Viven en vecindarios blindados por bardas o por una gentrificación impenetrable. En México el Estado es eso que usan los que no tienen y, por tanto, algo que los tomadores de decisiones conoce en estadísticas pero nunca en carne propia.

En estas circunstancias, el Estado mexicano es un cadáver desconocido para toda persona con un nivel adquisitivo suficientemente elevado como para tener posibilidad de resucitarlo. Y la tragedia se esgrime sola. No hay incentivo alguno para invertir en algo que no se conoce y no se usa. El incentivo único es la caridad, o sea contribuir con la construcción del Estado mexicano es un bien de lujo.

Ha habido pocos momentos en la larga inexistencia del Estado mexicano en que su ausencia ha quedado desnuda. La pandemia de la Covid-19 probablemente será una de ellas. México verá en carne propia que los hospitales públicos son insuficientes y que los privados tampoco.

La pregunta es si esto nos hará despertar. Hay quien dice que sí. Que 2020 será como 1985 cuando, cuenta la leyenda, la sociedad civil reaccionó ante un terremoto devastador organizándose para proveer servicios públicos. Ojalá sea así. De hecho, ojalá sea mejor. La sociedad de 1985 obtuvo beneficios pero no creó un Estado. Tocará a 2020 ver el surgimiento de un Estado y para todos.




Viridiana Ríos ,mexicana, es analista política y doctora en Gobierno por la Universidad de Harvard.


















En un país como Estados Unidos, maltrecho por una pandemia y el desplome de la economía, dividido bajo la presidencia de Donald Trump y crispado por problemas raciales, algunos se preguntan si puede caber otra crisis.
Y el temor de especialistas es que, en efecto, la nación se encamine ahora a un conflicto serio por las elecciones del 3 de noviembre.

Ese recelo ha crecido con recientes tuits de Trump en los que planteó, sin fundamento, el riesgo de que haya fraude electoral y apuntó en particular contra la votación por correo que se expande en el país debido a la pandemia de coronavirus.
"Estados Unidos no puede tener todas las votaciones por correo. Será la Elección Amañada más grande de la historia", tuiteó el presidente el 24 de mayo, pese a que él mismo ha utilizado ese método de sufragio a la distancia en el pasado.
También afirmó que están "intentando usar el covid para esta estafa".













Manuel Aguilar Mora 
sin permiso
03/07/2020


“Tenemos miedo” es la frase que rescata con elocuencia lo que para millones de mexicanos sucedió en la fatídica semana del 21 al 27 de junio pasados en el país, un país, [¿y cómo evitar la más de mil veces usada palabra?] en crisis.
Fueron dichos del propio presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en la intervención difundida nacionalmente del 27 de junio en la cual se dirigía a los mexicanos y mexicanas todavía en choque con motivo del espectacular atentado contra el jefe de la policía de la ciudad de México escenificado en la madrugada del día anterior en las Lomas de Chapultepec, en pleno corazón de la capital de la República.
Era la culminación de una tremebunda semana en la que hubo de todo. Sacudimientos naturales y sociales como el fuerte temblor del 23 de junio, la tormenta de arena proveniente del Sahara que anualmente llega a las costas de Yucatán y que este año ha sido especialmente fuerte, violencia sangrienta delicuencial en el norte del país y detenciones de poderosos sicarios en uno de los estados más violentos, Guanajuato (después extrañamente liberados por agentes y jueces incapaces o de plano corruptos) y finalmente el mismo día del atentado la difusión de las previsiones del Fondo Monetario Internacional de la profunda depresión que atravesará la economía mundial este año y en la cual México se coloca con un --10.5 por ciento entre los países más duramente afectados. Una depresión sólo comparable con la habida hace 90 años en el país y en el mundo.

AMLO ciertamente sabía lo que decía.

El despliegue de violencia por parte de los cárteles delicuenciales en pleno corazón de la megalópolis fue inaudito. Cierta torpeza de los sicarios y una rapidísima intervención policiaca impidió el total éxito de la empresa que era la muerte de Omar García Harchuf el jefe de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, pero el alarde criminal quedó bien marcado. Se trata de un mega-atentado, una operación criminal de un costo de millones de dólares sólo posible de emprender por parte de los poderosos cárteles criminales que operan en el país.

El encuentro AMLO-Trump

Para AMLO se trata de otra prueba más que debe enfrentar su política de seguridad. La prueba de octubre pasado en Culiacán, cuando el gobierno debió dejar libre a uno de los hijos de El Chapo,  Pero la nueva prueba del viernes 26  ciertamente fue una prueba más fuerte. “Nosotros no vamos a declararle la guerra a nadie. [...] No nos vamos a dejar intimidar, ni vamos a pactar con criminales” dijo él.
Las señales ominosas que apuntan a que la violencia en 2020 supere a la de 2019 no pueden sino preocupar al presidente. Él se apoya en “el uso de la inteligencia” para lograr combatir la violencia y garantizar la paz en el país. Pero es evidente que se necesita mucho más que eso para “serenar a México”.
El panorama no puede ser más sombrío. Una pandemia sanitaria de Covid-19 que está en su momento más alto, con gran cantidad de contagios, hospitalizaciones y alrededor de 650 fallecimientos por día y cuyos efectos no dejan de crecer, tanto que se pronostican defunciones para el fin de año que dupliquen o más las actuales (más de 27 mil el 30.06.2020), la peor crisis económica (depresión) en 90 años, aumento exponencial de la violencia y un gobierno de AMLO que sigue sin aquilatar el cambio social y político radical que han significado estos acontecimientos con respecto a su inicio de gobierno en diciembre de 2019.
Su Cuarta Transformación (4T) se hunde pues evidentemente para enfrentar los colosales problemas que significan tales acontecimientos no basta ni mucho menos emprender la construcción del tren maya, del aeropuerto de Santa Lucía y la refinería de Tabasco, los proyectos icónicos a los que se aferra de modo casi inexplicable el presidente, haciendo gala de un optimismo que suena del todo falso, forzado.
Los numerosos argumentos que ha motivado esta polémica reunión, en pro y en contra de su realización por parte del presidente mexicano son de todo tipo. Los que la consideran negativamente como una iniciativa de AMLO por completo desafortunada debido a la situación tan compleja y difícil en que se encuentra la situación política en EUA, en plena campaña electoral son palpablemente mayoría.
AMLO ha explicado que su visita “va ser una reunión política en el buen sentido de lo que es la política”. Pero tal actitud ante su encuentro con Trump queda por completo fuera de lugar pues el presidente de EUA no es cualquier personaje “político” : Los acontecimientos de su gobierno que han culminado en los últimos cien días que han estremecido al país vecino son los hechos que marcan su torpeza criminal en el manejo de la pandemia del Covid-19 con 125 mil muertos y su altanería racista ante las protestas masivas con motivo del asesinato del afroamericano George Floyd es una amenaza a la democracia de Estados Unidos y la sobrevivencia del planeta.
Una amplísima gama de voces han concluido que es el presidente más peligroso de la historia de Estados Unidos. Noam Chomsky, uno de los hombres con más altura moral de EUA, no ha dudado en calificarlo “como el peor criminal de la historia, innegablemente.
”Reunirse con este gangster de la política de EUA, un enemigo público del planeta creyendo que va respetar “el buen sentido de la política”es una actitud que raya en la ingenuidad.
Un astuto político como lo es AMLO no puede dejar de apreciar el riesgo que corre con su visita. ¿Por qué a pesar de todo la hace? Ha declarado tajantemente que no intenta inmiscuirse en la política            “ partidista” por lo que explícitamente ha dicho que no se reunirá con el candidato demócrata opositor Joe Biden, que en cuatro meses casi seguro será electo como el sucesor de Trump.
Por eso, lo quiera o no AMLO, la situación en la que se encuentra Trump determina que su visita aparezca como un aval a su reelección pues de hecho las elecciones de noviembre serán ante todo un referéndum en él que se decidirá si se reelige o no. La visita de AMLO la va a utilizar para ganar adeptos en los sectores “hispánicos” entre los cuales los trabajadores mexicanos o descendientes de mexicanos son mayoría.
De este modo AMLO no podrá evitar ser salpicado por el fracaso de Trump en noviembre, fracaso que el propio agente naranja está anunciando cuando dijo la semana pasada públicamente y sin evidencia que la elección presidencial de 2020 será “la más corrupta en la historia de nuestro país”. ¿Por qué? Porque saldrá derrotado.

Nacionalismo y antiimperialismo

AMLO, lo dice él mismo, no se siente bien en el mundo ancho y ajeno fuera de México. Pero claramente sus asesores en política exterior, empezando por el canciller Marcelo Ebrard que deberían saber más que su jefe, al parecer son incapaces de influirlo.
El presente es el primer designio de política exterior que emprende AMLO, también es la evidencia de sus límites políticos e ideológicos. Su “nacionalismo” es muy estrecho e incluso acomodaticio. Antes de ser presidente escribió un folleto titulado Oye, Trump. En él criticaba la actitud racista y discriminatoria que desde siempre ha tenido Trump contra México y los mexicanos, insultándolos como no lo había hecho ningún otro presidente de EUA. Ya como presidente ni de lejos se ha atrevido a criticar a Trump.
Desde que aceptó que la Guardia Nacional se convirtiera en asistente de la Border Patrol en las dos fronteras, la norteña y la sureña, de México para detener y controlar el flujo de inmigrantes centroamericanos hacia EUA, AMLO se ha vanagloriado de tener las mejores relaciones con el ogro de la Casa Blanca.
Precisamente la puesta en práctica del T-MEC es la evidencia de la farsa del discurso antineoliberal de AMLO pues su aprobación representa la continuidad del anterior TLCAN promovido por su enemigo político número uno el super neoliberal Salinas de Gortari.  El T-MEC representa una versión del anterior tratado con cambios irrisorios que mantienen la esencial subordinación de la economía mexicana a la de EUA.
Sólo para mencionar un aspecto clave de esa subordinación/ explotación podemos referirnos a lo documentado por la Cepal en sólo uno de los sectores productivos: el salario medio que reciben los obreros de la industria automotriz en México es de 2.88 dólares por hora, mientras sus homólogos estadounidenses ganan cerca de 24 en el mismo tiempo; la fabricación en México, en lugar de EUA, genera a las empresas “ahorros laborales” de entre 600 a 700 dólares por vehículo.
El gobierno tiene apuesta fuerte al T-MEC pero sin fundamento. Los 25 años de TLCAN anteriores no significaron ni mucho menos un progreso significativo de la economía mexicana que con un promedio en el periodo del 2.0 por ciento apenas creció, la desigualdad se hizo abismal, el capitalismo sigue siendo el gran obstáculo del progreso verdadero del pueblo de México.
Pero para AMLO quien sostiene que “la lucha de clases” no opera en México esta colosal muestra de explotación que deja chiquita cualquier otro tipo de corrupción es parte de los “business as usual” del funcionamiento económico. Por eso ante la presión de las grandes corporaciones imperialistas el confinamiento en las zonas maquiladoras del norte del país fue tan rápidamente concluido
La concepción “nacionalista” de AMLO se lleva muy bien con la política imperialista de su socio mayor de Washington. Pero como hemos visto es miope pues ha apostado a un perdedor.  
La razón es que la urgencia del apoyo de Washington es crucial desde el punto de vista económico y político. AMLO apuesta a la alianza con el habitante de la Casa Blanca.
La verdadera política antiimperialista se está forjando en el proceso que la propia situación promueve tanto en México como en EUA.
Las movilizaciones que cimbraron la política de EUA con motivo del asesinato de George Floyd y el vínculo que la pandemia está forjando entre las poblaciones de los dos países cada vez más unidas por las mismas catástrofes señalan el camino.
Su reunión con Trump no hará popular a AMLO, al contrario, lo enfrentará a las poblaciones rebeldes que hoy impugnan el supremacismo blanco racista que representado por el presidente republicano se precipita a la derrota de noviembre. En cambio la política antiimperialista de los trabajadores mexicanos debe forjar los vínculos transfronterizos con el proletariado multiétnico de EUA: los blancos, los negros, los asiáticos y ante todo los llamados “hispánicos” en donde se incluyen mayoritariamente los sectores de mexicanos y descendientes de mexicanos que constituyen una de las capas de trabajadores más explotada de EUA.
Este último sector es el que con las remesas a sus familiares está en el primer lugar de las aportaciones de liquidez de la economía mexicana, adelante de los dólares del turismo y el petróleo.
A ellos AMLO los desprecia con su reunión con Trump. Son los sectores de las coaliciones, comunidades, alianzas de California, Texas, Arizona, Nuevo México, Illinois (Chicago), Nueva York, Oregon y tantos otros lugares cuyos líderes defensores de  inmigrantes, de los “dreamers”, de grupos y sindicatos, todos ellos son muy críticos de Trump y no ven de ninguna manera como positiva su reunión con AMLO.
La reunión entre Trump y AMLO en la que ambos desesperados se necesitan, es una reunión coyuntural, sin futuro de la que no saldrá nada positivo para el pueblo de México ni para el de EU.
  
Manuel Aguilar Mora 
Militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS). Profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), En 1968 integró el Comité de lucha de Filosofía y Letras al lado de José Revueltas. Fue fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Autor de numerosos libros sobre la historia política y social de México
















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