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17/05/2020


El pasado 8 de abril, Bernie Sanders retiró su candidatura de las primarias del Partido Demócrata tras sufrir una serie de derrotas que imposibilitaban su elección. No por ello abandonaba la campaña electoral, manteniendo sus papeletas en una serie de estados clave, para obtener el mayor número posible de delegados a la convención presidencial demócrata de agosto e influenciar a través de ellos la plataforma electoral de Biden. Aunque no apoyó explícitamente a su rival, si declaró que “unidos, conseguiremos derrotar a Donald Trump, el presidente más peligroso de la historia de los Estados Unidos”.
Como en elecciones anteriores, la retirada del candidato progresista en las primarias demócratas ha planteado un debate importante entre los simpatizantes y seguidores de la campaña de Bernie Sanders: ¿deben apoyar como un mal menor a Biden, un candidato neoliberal, frente a Trump o deben apoyar a otros candidatos progresistas sin posibilidades o concentrarse exclusivamente en las campañas y movimientos que han sido la base social de Bernie Sanders?
En EEUU no ha existido de forma prolongada un partido obrero socialista y, tras la II Guerra Mundial la mayoría de los sindicatos se aliaron políticamente al Partido Demócrata. De hecho, solo hace unos años existe una organización socialista con mas de 50.000 afiliados, los Democratic Socialist of America (DSA), que ha permitido intervenir de forma organizada en las primarias demócratas gracias a Bernie Sanders. Hasta ese momento, el principal objetivo de las pequeñas organizaciones socialistas en EEUU era crear las condiciones para el surgimiento de un tercer partido en el terreno electoral, frente a demócratas y republicanos.
Conviene recordar, asimismo, los límites externos que han configurado el sistema bipartidista en EEUU: un sistema electoral de primarias claramente oligárquico y arcaico, el presidencialismo supra-federal y un sistema de financiación de las campañas amparado en la primera enmienda, según la Corte Suprema, que entrega su financiación al sector privado, las empresas y los lobbies.
Este es el terreno de debate que recoge el actual dossier.






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