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Poco antes de su radiografía crítica de la psicología de masas del fascismo (1933), Reich había llevado a cabo una intervención crítica decisiva en polémica con Freud. Precisamente contra la idea de éste de que además del principio de placer mediante el que durante 25 años (18951920) sostuvo que se rige la mente, la psique mostraba otro principio rector, el principio de muerte, más profundo y originario que el anterior; por lo que en 1920 en su Más allá del principio de placer se dispuso a reformar el psicoanálisis en un sentido tanático.

Por ejemplo, tanto la Psicología de las masas y el análisis del yo (1969 [1921]) y El Yo y el Ello (1923) —que son las siguientes obras importantes de Freud— ya están reformadas en el sentido tanático aludido. Según Reich, las conductas agresivas y aun autodestructivas y suicidas que muestran múltiples individuos o masas y pueblos enteros como en las guerras, se pueden explicar mediante el principio de placer; en específico con la represión sexual y vital que pervierte ese dicho principio. De tal manera, las conductas destructivas y autodestructivas constituyen conductas reactivas o que se desencadenan como reacción defensiva, aunque equívocas más o menos eficaces, y cuya eficacia muestra una tendencia decreciente en el tiempo, hasta ser nula frente a la equivocidad autodestructiva dominante.

Estas "formaciones reactivas" son las que Freud ha tomado de forma equivocada por conductas pulsionales, originarias y, por tanto, atribuibles a un presunto principio de muerte. Al grado de creer en la existencia de un masoquismo primario (Freud, 1976 [1924]) cuando que con anterioridad él mismo explicaba el masoquismo como una conducta derivada del sadismo, a su vez originado en la represión sexual (Freud, 1970 [1905]); así, se trata de una conducta reactiva, digamos "terciaria", pues el despliegue erótico original de la libido en búsqueda de la satisfacción en el mundo exterior, una vez que se ve reprimido y retrotraído hacia el interior del organismo, reacciona contra la angustia que esta retroversión libidinal produce; reacciona con una vuelta a la búsqueda de la satisfacción externa, pero ahora vincula la libido a la agresión, que si predomina, conforma una conducta sádica.

O que si es reprimida en el mundo exterior, se verá obligada a retrotraer libido y agresión, con lo que genera más angustia y dolor.

Si el organismo se ve impedido a volver a buscar satisfacción libidinal en el doblemente amenazante mundo exterior, se constituye entonces una formación terciaria: la satisfacción masoquista, que incluye libido ligada a la autoagresión, lo que deriva en placer del dolor.

Si las anteriores disidencias dentro del psicoanálisis —tanto la de Alfred Adler que era socialista y en términos políticos de izquierda, como la de Carl Jung, quien llegó a simpatizar con el nazismo— representaron orientaciones que en términos estrictamente teóricos fueron de derecha, pues habían rechazado la teoría sexual de Freud, la crítica de Reich a éste es por la izquierda y a favor de la teoría sexual y el principio de placer freudianos, incluso contra el retroceso que al respecto Freud llevara a cabo.

De esta manera, Reich se pronunciaba a favor de la liberación política ideológica y económica de los oprimidos, pero también de la liberación de la sexualidad; mientras que Adler podía inclinarse a favor de los obreros y de su libertad política y económica, pero, teóricamente, se prohibía ser sensible a la opresión sexual que vivían y a reconocer que ésta tenía implicaciones desastrosas para toda su personalidad.

Señalar al principio de placer como rector de la psique significa entenderla como orientada básicamente al placer, la libertad y la felicidad. Altas metas benéficas para toda la humanidad. Así, de acuerdo con esta premisa, las neurosis en las que se muestra trastocado el principio de placer sólo se pueden explicar mediante la represión del placer, en especial por la represión de la sexualidad en gracia a la moral sexual represiva de la sociedad. Por ello, las personas están enfermas de neurosis en gracia a la acción de una moral sexual represora que se pretende sagrada, natural y recta, cuando que es retorcida y antinatural, al servicio de intereses mundanos económicos y de manipulación del poder político para sacarlos adelante. Asimismo, la tesis freudiana de la rectoría de la mente por el principio de placer involucra una posición política libertaria, y su explicación de las neurosis por represión sexual implica una crítica de la sociedad por basarse en formas de dominio económico y político que requieren de una moral sexual represiva para perpetuarse.

Reich extrajo las consecuencias políticas revolucionarias de la teoría freudiana y que no habían permanecido ocultas para Freud; así, defendió —incluso contra éste— el retroceso científico y político que implicaba la renuncia parcial o relativización del principio de placer al añadirle el de muerte. Más aún porque éste involucra tendencias reaccionarias abiertas. Toda vez que las guerras, la opresión y toda provocación de dolor de una clase hacia otra, de una raza hacia otra o de una clase respecto de la sociedad, de un individuo hacia otro, no pueden ser criticadas de fondo porque se validan como tendencias presuntamente naturales.

Mientras que la condición opresiva en la que perviven las clases sometidas se muestra como un yugo que los individuos de estas clases convalidan masoquistamente de modo natural, por lo que resulta vano cuestionarlo o cuestionar el conformismo allí involucrado.

10. Como se ve, la crítica de Reich al principio de muerte o Tánatos del segundo Freud (1920), a favor del principio de placer, instinto de vida o Eros constituye una demarcación científica decisiva, pero a la par una demarcación política a favor de la libertad humana contra toda forma de opresión y, sobre todo, contra toda forma de justificación de dicha opresión. El posible basamento científico del principio de muerte se debería encontrar en la observación clínica precisamente del sadismo y, sobre todo, del masoquismo. Como vimos, Freud pretendió que existía un "masoquismo primario" para dar base existencial a su elucubración "metapsicológica" —la llamó así en 1920—, del principio de muerte. Por ello, la crítica a fondo de Reich al principio de muerte la tenemos en su puntual observación clínica del masoquismo explicado mediante el principio de placer —retorcido por la represión sexual, etcétera— en un ensayo clásico: "El carácter masoquista" (Reich, 1957a [1932]). De esta forma desbancó la posible base clínica de la tesis reaccionaria y científicamente falsa del principio de muerte.

Reich añadió su ensayo "El carácter masoquista" al conjunto de estudios que en 1932 había publicado bajo el título de Análisis del carácter, en el que hiciera un aporte decisivo al campo de la terapia, donde el psicoanálisis presentaba una franca debilidad, si nos atenemos a las estadísticas en las que 70% de los pacientes analizados abandonaban su tratamiento (Reich, 1970 [1954]), el modo en que debía ser cumplida la doble regla señalada por Freud para la terapia: 1) basarse en la asociación libre y, sobre todo 2) analizar el material psicológico en el orden en que éste aparece.

Sin embargo, no se debía —puntualizó Reich— agobiar al paciente con una interpretación exhaustiva, sino con una que le permitiera a éste manejar y conectar fehacientemente los sucesos relatados y las emociones correspondientes. De esta forma, Reich intentaba poner freno a la palabrería sofisticada en la que algunos psicoanalistas habían convertido la terapia, en particular la interpretación de los sueños o de sucesos y lapsus

Reich insistía en el enfoque energético libidinal del carácter personal del paciente: menos en el logos y más en el soma y la libido. En efecto, él se percató de que el agobio del paciente con la interpretación edípico psicoanalítica tomaba velocidad conforme el analista no se percataba de que perdía contacto con el paciente y de que éste no aceptaba sus interpretaciones e, incluso, lo desafiaba al sentirse agredido o simplemente fantaseado por el analista cuando éste le refería el amor sexual que sintió de niño por la madre o su odio al padre, etcétera.

En realidad, sin palabras, el paciente desplegaba diversas formas de resistencia a esta invasión que el psicoanalista llevaba a cabo sin proponérselo; pero el analista no se percataba de estas resistencias y avanzaba interpretando profundizando con su logos lo dicho por el paciente. Así, se acumulaban más y más resistencias por parte del paciente, con lo que se hacía todo un cuadro interpretativo adverso al psicoanalista, hasta que se producía la ruptura y el paciente abandonaba la terapia. Reich quiso atender a estos comportamientos de resistencia, sobre todo los no verbales, que eran los que mayormente pasaban desapercibidos.

Le pareció que no sólo lo dicho por el paciente era material para el análisis, sino que estas resistencias no verbales debían ser asumidas, observadas y analizadas en el orden en que aparecían: la sonrisa irónica del paciente, su negativa a hablar, sus brazos cruzados, su impuntualidad, su silencio sepulcral luego de oír al psicoanalista analizar el sueño recién relatado, etcétera. En fin, todo el lenguaje corporal del paciente, pues revelaba el modo en que la energía libidinal circulaba o se estancaba en los diversos segmentos corporales, lo que daba una tonalidad precisa a la personalidad del paciente.
11. Reich propuso, pues, comenzar por el análisis de las resistencias y sólo después proseguir con el análisis del material simbólico verbalizado por el paciente e interpretado por el psicoanalista.

12. Estableció también que el análisis del carácter era idéntico al de las interrupciones corporales del flujo energético libidinal, las cuales constituían una coraza muscular tensa, funcional con un acorazamiento psíquico, que formaban el carácter de la persona, y de los que dependían las resistencias verbales y no verbales del paciente. Éstas, si se descuidaban en el proceso analítico, contenían suficiente energía libidinal como para contraponerse defensivamente contra el proceso terapéutico.

Más allá del análisis del discurso y de la psicología, la existencia material de la energía libidinal se hacía patente en una coraza muscular y psíquica que determinaba el carácter de la persona, y el enfoque energético o económico —de economía sexual— debía regir, de acuerdo con la teoría sexual de Freud y del principio de placer, el proceso terapéutico, no la hermenéutica racionalista de los síntomas. Por lo demás, ésta se podía afinar y refinarse si asumía la prioridad del aspecto emocional energético, mientras que toda su sofisticación discursiva llevaría al fracaso si se superponía a tal aspecto, pues incluso si la interpretación del analista era atinada cumplía una función negativa que llevaba a la crisis terapéutica, toda vez que el paciente no lograba asumirla como verdadera.

Como se observa, el aporte terapéutico de Reich no sólo entrega un nuevo concepto funcional (corporal y psíquico) del carácter, sino que se atuvo con firmeza al carácter material de la energía libidinal. La noción freudiana de libido era vaga, un ser anfibio entre material y sólo conceptual hipotético o meramente ideal. O dicho con más precisión, el estatuto ontológico de la libido no fue establecido en definitiva por Freud. Pero cuando Reich asumió consecuentemente el carácter material de la libido y de acuerdo con él estableció las prioridades de la terapia, se hizo patente el lenguaje corporal, las resistencias y corazas, así como la unidad funcional soma/psique y la necesidad de incidir en dicha coraza corporal de modo práctico y no sólo —mediante la interpretación o el análisis racional de ella— en la coraza psíquica.

13. Todo lo cual abriría un nuevo camino a la terapia psicológica más allá del psicoanálisis. Sí, se inauguraría un vasto campo de terapia psicológica corporal que más tarde se diversificaría en múltiples ramificaciones.

A inicios de los años cuarenta del siglo XX, Reich la denominaría vegetoterapia. El texto donde se considera que Reich formula los principios básicos de la vegetoterapia fue redactado y publicado a mediados de los años treinta, con el título Contacto psíquico y flujo vegetativo. Una contribución a la teoría del afecto y la técnica del análisis del carácter. Este documento se basa en la exposición que Reich presentó, en agosto de 1934, ante la XIII Conferencia Psicoanalítica Internacional, en Lucerna, Suiza, y posteriormente lo incluyó como apéndice a la segunda edición de su libro Análisis del carácter (Reich, 1945). Sin embargo, la formulación del término vegetoterapia y su tematización ocurre hasta abril de 1937, cuando aparece "El reflejo del orgasmo. Preimpresión de un tratado sobre vegetoterapia caracteroanalítica" (1937a), documento que Reich retomó en escritos posteriores, pues se atenía al sistema nervioso vegetativo. De vez en cuando a esta terapia la llamaba bioenergética, nombre que finalmente prevalecería, sobre todo porque Alexander Lowen (1958), discípulo de Reich, la implementaría y desarrollaría con amplitud.

14. En realidad, la premisa para todos estos aportes científicos de Reich y sus correspondientes implicaciones políticas, tanto en lo referente a la crítica de la psicología de masas del fascismo (el negro, el rojo, y el "colorido" propio del american way of life o estilo estadunidense de vida), como del principio de muerte, del análisis del carácter y del análisis de las resistencias que abrirían la puerta a la fundación de terapias psicológicas corporales, etcétera, constituyó el primer descubrimiento de Reich: la función del orgasmo para la economía libidinal y por lo tanto para la salud, sanía o armonía psíquica. En 1927 publicó el libro La función del orgasmo en el que reconoció a lo largo de toda su vida su aporte científico original y del que dependían los demás. Por lo que en cada nueva edición Reich le añadió nuevos capítulos, con los subsiguientes descubrimientos científicos que realizaría: el análisis del carácter, la crítica de Tánatos, la psicología de masas del fascismo, la plaga emocional, la bioenergética, etcétera. De tal suerte que la última edición de La función del orgasmo (1992 [1927]) constituye una recopilación resumida de toda su obra, al tiempo que la columna vertebral de ella y la bitácora de la entrada científica de Reich, así como una especie de autobiografía intelectual.
15. Por lo que no sólo es un libro recomendable, de lectura obligada, para quien quiera saber acerca de Reich, sino es una obra amena e interesantísima que ofrece el fresco de una gesta científico–política y biográfica de importancia meridiana para la modernidad y su crítica. Una obra única, que de por sí constituye una intervención cultural que refleja la unidad de propósito del desarrollo científico de un hombre y la unidad —en ese propósito— de la ciencia y la política, el saber, la verdad y la felicidad. Libro en el que la vida y obra de este hombre revelan la esencial importancia que estos temas tuvieron y que él quiso darles paso a paso.

La puesta en escena material que tiene la libido sexual en el orgasmo, le permitió a Reich consolidar una concepción materialista de la libido; además de medir su magnitud (o potencia orgásmica) —cuando que Freud se atenía a una consideración sólo cualitativa e imperfecta de la libido—, así como establecer con nitidez el carácter biológico de su sustancia y su forma de movimiento, según se revela en el "reflejo de orgasmo" y en la ondulación corporal involuntaria, a la vez que en los movimientos clónicos que durante él tienen lugar (Reich, 1992 [1927]).















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