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Juan González : hablando de algunos de estos desastres, uno de los ensayos más impactantes del libro –que para aclarar, se trata de una recopilación de ensayos escritos a lo largo de 10 años en materia de cambio climático– se titula La temporada de humo.
Habla de cuando en 2017 viajó al hogar de su familia en British Columbia para sus habituales vacaciones de verano y se vio sorprendida por los cambios que estaban ocurriendo a su alrededor como resultado de los incendios forestales que envolvían el oeste de EEUU y Canadá. ¿Podía hablarnos más sobre eso?
Naomi Klein : Claro. Ese ensayo es un intento de plasmar lo implacable de algunas de las formas en que la crisis climática se está materializando porque, obviamente, son los graves desastres como las tormentas sin precedentes los que captan nuestra atención, naturalmente. Pero parte de la razón por la que estamos viendo un cambio en encuestas al respecto de la crisis climática… porque estamos viendo un cambio en Estados Unidos, donde no solo cada vez más personas están entendiendo que sí, que el cambio climático es real, y que sí, los humanos son los responsables y la gente está situando al cambio climático como su primera o segunda preocupación.
Hay una verdadera sensación de urgencia, y la razón principal de que eso ocurra es sencillamente que las vidas de muchas personas se están viendo afectadas por tormentas, inundaciones y sequías. Incluso si no estás tan cerca de un incendio forestal como para tener que abandonar el lugar, por ejemplo, el humo te puede afectar, puede afectar a muchísima gente la contaminación del aire. Durante los pasados veranos, toda la región del Pacífico Noroeste –y al que me refiero fue en 2017, pero también ocurrió en 2018– ha estado envuelta en humo durante más de un mes.






Y se han visto los efectos en la salud respiratoria, además de generar una intensa sensación de inquietud, - que es lo que intentaba plasmar en el ensayo -, causada por el extraño aspecto del sol y la luna y esos pequeños puntos rojos o anaranjados en el cielo y, por supuesto, hemos visto las desigualdades que siempre acompañan estos eventos.

Los migrantes que recolectaban frutas, por ejemplo, al otro lado de la frontera, en el estado de Washington, tenían que recoger frutas en estas espantosas condiciones. Condiciones que ya desde un inicio no son buenas. Y a medida que los trabajadores se desplomaban durante su jornada laboral, los enviaban de vuelta a sus hogares como si fueran bienes defectuosos. Así que parte de lo que estoy explorando en ese ensayo es, por supuesto, lo que la ONU ahora llama “apartheid climático”, en el que vemos estos impactos extremadamente desiguales.




Juan González : una de las cosas que usted señala es que…los críticos están diciendo que el ‘Green New Deal’ es demencialmente ambicioso y que tiene un coste prohibitivo para la economía estadounidense y para la de otros países. Pero usted indica que en el pasado hubo momentos en los que el Gobierno de Estados Unidos empleó grandes cantidades de dinero y de efectivos para afrontar problemas. 

Menciona el ‘New Deal’ original del presidente Franklin D. Roosevelt y el Plan Marshall luego de la Segunda Guerra Mundial. Se trató de dos intentos de lo que algunos llamarían capitalistas ilustrados de afrontar el hecho de que algunos países –Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, y EEUU mismo– se encaminaban hacia una posible revolución…

Naomi Klein :  Exacto.

Juan González : …y tuvieron que responder a los movimientos populares llevando a cabo inversiones y cambios drásticos. Háblenos más sobre eso.

Naomi Klein : Por supuesto. Llevo más de una década escribiendo acerca de la crisis climática e intentado comprender por qué, a pesar de todas las advertencias científicas, a pesar de que, en efecto, resulta costoso afrontar la crisis –aunque sabemos que la inacción no solo resulta costosa sino que tiene unas consecuencias humanas devastadoras–, por qué hemos estado hablando y hablando… por qué nuestros Gobiernos han estado hablando durante más de 30 años de reducir las emisiones y, sin embargo, las emisiones han aumentado un 40% a nivel mundial.





Una razón es que, como especie, esta crisis nos llegó en el peor momento posible de la evolución humana en que una crisis colectiva de esta naturaleza podría llegarnos. Esto es, a finales de la década de 1980, el punto culminante del fanatismo por el libre mercado, justo cuando se derrumba el muro de Berlín, justo cuando se declara el fin de la historia, justo cuando Margaret Thatcher dice que no hay alternativa posible a este sistema, que el concepto de sociedad no existe.
Esto fue un gran problema porque, por un lado, nos han estado diciendo que en realidad no somos capaces de hacer nada colectivamente, así que debemos reducir la acción colectiva, recortar programas gubernamentales ya existentes, que hay que privatizarlo todo, cuando lo que estamos enfrentando es una crisis que necesita de una acción y una inversión colectivas sin precedentes.
Sin embargo, lo que estamos haciendo es entregándoles las herramientas a empresas privadas con fines de lucro, ya se trate del agua, la electricidad o el transporte.
El valor real de llamarle el ‘Green New Deal’ y evocar una época anterior, es que nos recuerda que, de hecho, sí es posible solucionar crisis colectivas. Hay tanto derrotismo y retórica apocalíptica que realmente… porque escuchamos este argumento constantemente : la humanidad no puede lograr algo de esa magnitud; los humanos son incapaces de hacer algo más allá de satisfacer sus propios instintos más elementales e inmediatos. Las personas escuchan esto. Escuchan que esto es todo lo que somos. Y se sienten desalentadas.

Y creo que es importante recordarnos a nosotros mismos que ante la Gran Depresión, ante la crisis económica más grave que este país ha enfrentado, hubo una gran acción colectiva, o, como dices Juan, el Plan Marshall, que nos recuerda otro momento de acción colectiva.

No solo fueron las buenas intenciones las que motivaron a los gobiernos a crear estos programas. Fueron las vicisitudes del conflicto social, las huelgas, el activismo y el alza del socialismo. Estas políticas se entendieron como un compromiso. Es necesario que recordemos esta historia, porque nos recuerda que aquello que llamamos naturaleza humana, que se evoca para decirnos que estamos destinados al fracaso, no es algo inamovible. Los seres humanos somos muchas cosas. Hemos sido diferentes en el pasado, y podemos ser diferentes otra vez.

Y no solo fueron las buenas intenciones las que motivaron a los gobiernos a crear estos programas. Fueron las vicisitudes del conflicto social, las huelgas, el activismo y el alza del socialismo. Estas políticas se entendieron como un compromiso. Es necesario que recordemos esta historia, porque nos recuerda que aquello que llamamos naturaleza humana, que se evoca para decirnos que estamos destinados al fracaso, no es algo inamovible. Los seres humanos somos muchas cosas. Hemos sido diferentes en el pasado, y podemos ser diferentes otra vez.








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