En campaña se convirtió en uno de los hombres fuertes, en un cercano, era el puente entre los empresarios y el Presidente. Se sentaba a mesas con todo el mundo, coordinaba esfuerzos, decía tener comunicación directa.
Nada de qué preocuparse, la economía iría viento en popa, la misma relación sólida, pero sin corrupción, y brindaba con toda la clase empresarial.
Sentarte con Alfonso Romo en la campaña era como hablarle al Presidente, “lo mío no es la política, yo estoy con Andrés Manuel un par de años y si no jalamos para el mismo lado me regreso a Monterrey”. Un hombre sin ambiciones políticas cerca de la figura presidencial, justo lo que necesitaba AMLO.
En época de transición, ya como presidente electo, López Obrador volvió al tema del NAIM, dijo que haría una consulta, dijo que los resultados los acataría, dijo que lo cancelaría… y lo canceló. Romo quedó reducido a un publirrelacionista, nada más, con los empresarios perdió credibilidad y el Presidente lo designó como jefe de la Oficina de la Presidencia, que en este gobierno aún no sabemos lo que hace ni lo que significa.
En este sexenio lo más relevante había sido su pelea interna con el exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa, de la cual salió victorioso; poco se había hablado de él, salía en fotografías en Palacio Nacional, recibía a varios en su oficina, y nada más, hasta ayer que saltó a la agenda nacional por un reportaje de investigación que lo nombra como “un cacique del agua en el paraíso maya”.
La historia se detonó en marzo de 2018 cuando el periodista Sergio Rincón estaba por hacerle una entrevista con relación a la campaña del candidato de Morena. Por azares del destino el equipo de camarógrafos llegó tarde a la cita y el periodista comenzó a charlar con Romo, de la nada Alfonso sonrió, le acababan de llegar unas imágenes a su celular, eran buenas noticias para él y el único con el que las podía compartir era con el periodista que estaba a punto de entrevistarlo, le mostró videos de cómo se preparaban y transformaban los suelos de la península de Yucatán, le dijo que se trataba de una empresa suya, una empresa llamada Enerall. Rincón hizo la entrevista y empezó a escarbar en aquellas imágenes que Romo le había presentado de manera casual.
Ayer la organización de periodismo Connectas y The International Center for Journalists (ICFJ) en voz de tres periodistas, Janet Cacelín, Alejandro Melgoza y, por supuesto, Sergio Rincón, publicaron que esta empresa, propiedad de Romo, ha ganado en los últimos 10 años las concesiones para explotar la mayor cantidad de agua subterránea para uso agrícola de la península de Yucatán; que durante su expansión, la empresa ha afectado la vegetación y la fauna, y ha destruido incluso un cenote que simplemente fue tapado con lodo.
El extenso reportaje documenta los abusos, las concesiones e incluso cómo Romo se separó de la dirección de la empresa días antes de que AMLO llegara al poder; sin embargo, hasta este momento su familia es quien aún se encarga de dirigirla.
Otra oportunidad única para que este gobierno vaya hasta el fondo de lo documentado, que realice una investigación seria de lo señalado y de cómo se ha explotado la tierra y el abuso laboral a cientos de trabajadores de la región desde hace al menos una década.
¿Qué le dirá ahora al Presidente el nombre de Alfonso Romo? Al cierre de esta edición no ha habido una sola reacción del gobierno federal, ni de Jesús Ramírez, ni de Romo, ni del Presidente. Lo dice cada mañana el Presidente, “no somos iguales”, otra oportunidad para demostrarlo.
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