Incendio perpetrado contra el edificio del Reichstag (parlamento) en Berlín, el 27 de febrero de 1933 a las 21.14 hs.
Un joven comunista neerlandés de 24 años, fue culpado del suceso por el Gobierno alemán del canciller Adolf Hitler. Van der Lubbe era un albañil desempleado que había llegado recientemente a Alemania, y que fue capturado en el lugar del incendio. Después de ser torturado admitió haber prendido fuego al edificio, por lo que fue sentenciado a muerte y ejecutado diez meses después.
El incendio fue utilizado como «prueba» por los nazis para acusar a los comunistas del KPD de conspirar contra el Gobierno y este hecho está considerado un hecho fundamental en el establecimiento de la Alemania nazi (o Tercer Reich).
Adolf Hitler, quien había jurado como Canciller de Alemania cuatro semanas antes, el 30 de enero, instó al presidente Von Hindenburg a que firmara un decreto de emergencia para suspender las libertades civiles con el fin de «contrarrestar la confrontación despiadada del Partido Comunista de Alemania».
Después de aprobarse el decreto, el gobierno perpetró arrestos masivos de comunistas por todo el país, incluyendo a los diputados comunistas del parlamento, a pesar de que estos contaban con inmunidad parlamentaria. Los nazis estaban deseosos de «descubrir» una posible complicidad de la Internacional Comunista
Con sus rivales detenidos y sus escaños vacíos, el NSDAP amplió su mayoría y permitió a Hitler consolidar su poder.
Lo cierto es que los principales beneficiados de este suceso fueron los propios nazis, que pudieron consolidar su poder y eliminar a los comunistas, que junto a los socialdemócratas eran los principales opositores al NSDAP.
Póstumamente, la justicia alemana revisó en tres ocasiones el proceso contra Van der Lubbe hasta que en 2008 derogó en todos sus puntos la sentencia condenatoria y lo absolvió.
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